Autora: Maria Lucia Herrera
- Nunca sabré quién soy.
-¿Quién era él?
-Solo sé una cosa….
Esta era una chica a la cual le encantaba escribir y vivir en su propio mundo. Nunca tuvo
amigos, tampoco pertenecía a un grupo específico en el último año de colegio (ni antes).
Estaba segura de que eran tonterías, ¿saben quién era? Pues esa era yo. Nunca me gustó
vivir en la realidad, ¿por qué? Simple: la realidad apesta. Siempre tuve el maravilloso “poder
de invisibilidad”, que consistía en que nadie nunca me tomaba en cuenta. Entonces, era
invisible al ojo humano. Un día, mis padres decidieron que me mudaría a otro país a estudiar
en la universidad, pues no tenía a nadie y mis papás estaban hartos de que no tuviera
amigos. Y cómo no: su hijo mayor es el más popular y extrovertido del colegio, y su hija,
pues, es buena estudiante. Me fui a vivir durante cinco años a México, y a estudiar una de
las mejores universidades de Ingeniería en Industrias Alimentarias.
Cinco años después estaba en el aeropuerto para regresar a terminar el último año de
universidad a mi país. Pero, en el aeropuerto:
- ¡Señor, no es posible!
- Sí, señorita, lo siento.
- ¡CÓMO VOY A QUEDARME AQUÍ 24 HORAS MÁS SOLO PORQUE USTED NO ME DEJA
ENTRAR!
Sip, como lo escuchan, no me dejaban entrar, el por qué, aún no lo sé, pero, el problema no
era ese, sino que la universidad no me recibiría (vivía ahí). Entonces no tenía a dónde ir,
tenía el dinero exacto para mi taxi y comida. Además, había cerrado mi cuenta de banco el
día anterior antes de irme. Eso quiere decir que no podría disponer de mi dinero y del que
posiblemente mis padres me pudieron haber transferido. Solo me quedaba esperar. En
ese tiempo me encargué de hacer las cosas que más me gustaban que podía hacer en ese
momento: Escuchar musica, dormir, comer y ver Youtube o Netflix.
Ya estaba oscureciendo y yo seguía ahí. En eso, no me di cuenta que ya no había nadie. No
tenía miedo, pues nací con una condición que me impide tener sentimientos además de
furia o seriedad, menos amor. Este último yo sola me lo extirpé, había sufrido tanto con él,
que decidí quitármelo. Pero, escucho algo y decido irme del aeropuerto, no por miedo, solo
que había un taxi afuera (o eso pensaba), aunque no tenía pensado de dónde iba a sacar
dinero para abordarlo. Decidí tomar ese riesgo, pero, cuando me di cuenta, no había
entradas ni salidas. Así pasaron horas de horas, seguía en el ¿aeropuerto? (la verdad no
tenia idea si estaba ahí). En la oscuridad, divisé una silueta. Era una persona. No me
inspiraba mucha confianza.
-¿POR QUÉ RAYOS ME MIRAS ASí?
-왜 더? 나는 너와 놀고 싶어 (¿PUES POR QUÉ MÁS? QUIERO JUGAR CONTIGO)
-¿PERO, ERES UN EXTRAÑO?
-하 하하하! 나를 인식하지 마십시오 (¿JAJAJAJA! EN SERIO NO ME RECONOCES?)
-DE QUÉ HABLAS! ¡OBVIO QUE NO!
-그리고 ... 지금? (¿Y AHORA?)
El tipo que me hablaba prendió la luz…. y no me lo podía creer era….
-Pasajeros del vuelo 311 a Perú, por favor ir embarcando, pronto despegamos.
Y, eso fue: no lo volví a ver, tal vez no lo veía yo, pero, sabía que él, SÍ.
Regresé a mi país algo extrañada, pues sentía que conocía a aquel chico, pero, cuando lo
veía, sentía algo, aún no sé qué era ese algo, pero, a este punto, no me importó.
Espero te haya gustado esta pequeña gran anécdota querida Kitty.
PD: En el momento en el que escribí esta carta, él estaba aquí, cuidándome, sigo sintiendo
algo por él, creo, que es amor, pero, no, no es posible, yo no puedo sentir nada, pero, algo así
me hacía percibirme segura y confiada.
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