Autor: Fabrizio Repetto
Durante los últimos años, la delincuencia, los asaltos y secuestros han aumentado en Lima, y, para protegerse, los vecinos han decidido instalar rejas para proteger las calles donde residen. Hasta ahí, aparentemente todo normal. Sin embargo, si uno pasa por estas zonas puede observar que la mayoría de estas se encuentran cerradas permanentemente, sin ningún vigilante que las abra. Pregunto, ¿habrá alguna ordenanza o ley que regule esto? Hoy explicaré un poco sobre este tema, a partir de una experiencia que me sucedió.
Durante la mayoría de su infancia hasta hace varios años, mi padre residía en la Urbanización Costa Sur, ubicada al costado del malecón de dicho nombre, en el límite de los distritos de Chorrillos y Barranco. Actualmente, se ha convertido en una de las zonas más lindas para residir en la capital, dada su vista a las playas chorrillanas, lo que hizo que varias empresas derriben antiguas residencias y construyan altos edificios, que son presentados como “exclusivos”. Hasta ahí es una historia común, si no fuera porque un alto nivel de delincuencia ocurría ahí, entrando con fuerza a las casas y asaltando con pistola en el mismo malecón, llevándose una gran mayoría de objetos de valor. Entonces, alrededor de inicios de la década del 2010, la junta vecinal decidió colocar seis rejas: cuatro en la Av. Chorrillos, una en la calle Darío Torres (límite con Barranco) y otra dividiendo el Malecón Costa Sur con el Malecón Pedro de Osma.
Vale aclarar que la zona del malecón perteneciente a los barranquinos ya estaba enrejado desde varios años antes. Pues bien, hace ya algunos días pasé por esa zona y por el interior del malecón, pero grande fue mi sorpresa al observar a la mayoría de rejas (al menos pintadas y arregladas), pero con candado y cadena, ambas tan oxidadas que parecían muros de concreto. Desde que se pusieron estos elementos de seguridad, han estado cerradas en los últimos años, y la última vez que recuerdo que una de esas rejas estuvo abierta fue en el año 2014, cuando hubo una reparación en el ingreso principal, entonces tuvieron que abrir la puerta N° 4. Investigando un poco sobre este tema, encontré la Ordenanza N° 690 de la Municipalidad Metropolitana de Lima, que, en el artículo N°12, incisos 12.1 y 12.2 reza:
- Contar con la presencia de al menos un vigilante por la(s) vía(s) local(es) usadas con elementos de seguridad. La reja y en su caso, la pluma levadiza deberá permanecer cerrada únicamente cuando se encuentre presenta un vigilante (...) No podrá pedir ni retener ningún documento o establecer condiciones que restrinjan el libre tránsito (...).
Puedo asegurar que no se cumplen ninguno de los puntos, tanto antes como durante la pandemia, pues la Junta Vecinal de la zona ha puesto en su página web las siguientes condiciones:
- Vehículos de no residentes: Los vehículos de no residentes, visitantes, servicios de taxi, servicios públicos como Sedapal, Luz del Sur, o empresas como Movistar, Directv. etc., deberán informar al personal de vigilancia a qué domicilio se dirigen, lo cual será corroborado por los vigilantes a través de una llamada al residente o la verificación en el domicilio indicado (...) Los vigilantes entregarán a los conductores de vehículos sin calcomania un pase de ingreso de no residente, el cual deberá ser colocado en la parte delantera del parabrisas del vehículo durante su permanencia en la urbanización. Al retirarse, los conductores devolverán el pase de ingreso facilitado, a efectos de recibir a cambio los documentos dejados en la caseta de vigilancia (...).
Para cerrar este artículo, hago un llamado a la reflexión sobre estos temas importantes, que dejan mucho que pensar sobre la “cultura de la legalidad”, ¿habrá alguien que cumpla o haga cumplir estas leyes u ordenanzas? En la práctica, no: todo es una “pantalla” para encubrir lo que realmente pasa, así que empecemos desde ya a cumplir estas normas, para crecer como ciudadanos responsables y que cuidan y respetan la ciudad donde viven.
La puerta N°2 de acceso a la Urbanización Costa Sur por la calle Alejandro Freundt. Fuente: archivo personal.
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