Autor: Ignacio Chirinos
Parte 1: ¿Quién eres?
Quisiera poder decir que recuerdo el día en el que nos conocimos con el lujo de detalle con el que tú conocías mis más profundos secretos. Pero eso, tan solo sería mentirte. Lo que sí puedo afirmar, es que, en ese momento, en el que me sentía más bien solo, apareciste tú; fuiste mi ángel de la guarda. Es como si durante muchos años hubiera estado encerrado en el baúl del olvido, la desilusión y tú, my angel, estabas decidido a sacarme al mundo y mostrarme una nueva realidad. O al menos, eso fue lo que pensé... Antes de ti, probablemente nunca había conocido lo que es darlo todo por alguien. Con tu sonrisa de oreja a oreja, y tu energía de niño recién salido de la primaria, tus notas tan perfectas. Tus amigos que te admiraban como un tarotista admira sus cartas. Y lo que muchos consideraban, grandes dotes deportivos y semejante labia. Simplemente, fuiste un nuevo tipo de ejemplar al que nunca había sido expuesto.
Algunos dirán, no tenía uso de la razón, me alucinaba conocerte. Aunque yo, lo describiría como la euforia que un próspero cristiano debería sentir la primera vez que lee una biblia. Te comencé a percibir como a un Dios, que me había concedido unas alas que poco después cortaste sin remordimientos con las mismas tijeras de preescolar con las que hacíamos manualidades en las clases de arte. Quería saber todo del porqué te comportabas de esa manera. Eras alguien exuberante, y esa fue mi perdición... Como dicen, -“la curiosidad mató al gato”. Tan sólo que esta vez, el gato estaba pasmado con polvos mágicos que el arcángel Gabriel, tú, habías diligentemente batido en su limonada, por lo que no se enteró de su propia muerte.
Parte 2: Me esclavizan mis pensamientos: what about you?
Pero ahora, si es que cierro los ojos… tan solo por un momento, no quiero estar de nuevo ahí, te veo, aún puedo ver a aquel que con su luz irradiaba, reía de cualquiera de las estupideces que hiciéramos. Y eso es lo que me congoja. Me frustra no poder olvidarte, que esta nostalgia invada cada una de mis venas, cual veneno. Reviviendo este sentimiento una y otra vez; lamentablemente, no puedo escapar de mi cabeza. Cuando entrenábamos en la VIDENA con tu amiga Fer, aquella con el ego más alto que el Burj Khalifa, ¿aún tienes contacto con ella?, aún puedo recordar cómo me bulleaban por mi marca, cuando recitábamos nuestro “position paper” para el MUN juntos; ¿Cómo olvidar el talent show?, cantamos “I don't wanna be you anymore”, by Billie Eilish. Añorar estos fucking recuerdos que no puedo entender, sigo atesorándolos en el mismo baúl del que me sacaste inicialmente. Siendo todo esto, a costa del daño que me hiciste. Aunque, a pesar de que intente incinerarlos con toda mi alma, cenizas quedan. Cenizas, sí, de quien fuiste, o de quien creí conocer. ¿Qué hay de ti?
Parte 3: Ironic, isn't it?
Continuará...
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