Autora: Maria Fernanda Torres Gonzales del Valle
Querido Sr. Presidente del Perú:
Agradezco de antemano permitirme expresar mi preocupación por el país. Soy estudiante del Colegio de la Inmaculada y a puertas de culminar una de las etapas más significativas de mi vida y enfrentar un nuevo capítulo como ciudadana, me he vuelto más consciente de la preocupante falta de valores en nuestra sociedad. Considero, observándolo desde mi posición como estudiante de último año y perteneciendo a un colegio cuyos profesores han sido guías de vida y nos han inculcado en valores, que la educación no es un privilegio y todos tenemos derecho a acceder a ella. Sin embargo, educación y valores deben estar íntimamente ligados e ir de la mano de maestros con verdadera vocación. Pues son ellos quienes se alegran por nuestros aprendizajes sabiendo que todos somos diferentes, únicos y especiales, quienes nos acompañan desde nuestros primeros años de vida, hasta nuestra etapa laboral. Es una decepción contemplar todo el esfuerzo que diariamente dejan en las aulas y no brindarles los reconocimientos que se merecen. Cabe resaltar que la formación y guía de un abogado se la brindó un maestro, así como la de un médico que ahora salva vidas. Nuestra formación, independientemente de cual sea nuestra profesión, nos la dio un maestro.
Es un orgullo mencionarle que mi mamá ejerce como profesora de educación inicial y que alumnos de varias generaciones han sido prodigadas por la enseñanza que con mucho cariño y vocación de servicio ella les brindó.
Sr. Presidente, hoy mi pedido es por todos los maestros del Perú, por dedicar sus vidas y educación a favor de un futuro mejor para todos nosotros. Para ellos deben existir mejores condiciones laborales, remuneraciones justas y constante capacitación para que siempre estén a la vanguardia pedagógica. Asimismo, para que más peruanos se formen con esta voluntad de servicio hacia sus estudiantes y que sean un ejemplo de futuro para nuestro país, con mujeres y hombres para los demás.
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