Autora: Camila Blanc - Editora
Querido CI:
Cuanto te extraño, querido colegio. Extraño esos momentos que me has regalado, todas las personas que he podido conocer, las aventuras, las conversaciones y todas esas experiencias que ahora guardo con cariño en mi corazón. No sé que tan pronto volveremos a vernos, lo que sí sé es que nunca nos separamos, estuvimos siempre unidos por el recuerdo, por el sentimiento, porque como siempre he escuchado, todos formamos parte de la familia del CI.
Eres mi segundo hogar y mi familia escogida, en un principio por mis padres, pero si yo pudiera escoger, te aseguro, mi única opción serías tú. No solo porque eres un colegio con infraestructura grande y hermosa o porque hay un zoocriadero o hasta campos de esparcimiento, nada de eso es lo esencial. Yo te escogería una y mil veces por las increíbles personas que te conforman, entre ellos maestros, autoridades, alumnos, entrenadores, trabajadores, padres de familia y más.
Desde que entré a este colegio, fui recibida con las puertas abiertas, en un principio por el Padre Alfredo Castañeda. Recuerdo con mucho cariño algunas conversaciones con él, ya que conocía a mi papá, porque había sido su espiritual en el colegio. Sin dejar de lado el gracioso encuentro con Elena Matzumura quien había sido profesora de mis tíos y que rápidamente me reconoció al verme, con ella fuimos formando lazos, siempre conversando unos breves momentos cuando nos encontrábamos o en su oficina siempre cálida. Recuerdo también que desde pequeña conocí a Sergio Mateo, en su faceta de fotógrafo, quien además había sido compañero de Tropa de Scouts de mi papá.
Todos los hombres de mi familia paterna han estudiado en el CI y para mí ser la única y primera mujer que forma parte de ese legado es un honor. Que el colegio sea coeducativo es una gran alegría para aquellos exalumnos que tienen el privilegio de haber formado parte de la comunidad del CI y que ahora quieren que sus hijas tengan la posibilidad de ser formadas de igual manera.
Tengo la oportunidad de ser formada bajo la educación y principios Jesuitas, que te llevan a ser una persona con discernimiento, que lucha ante las injusticias, con criterio, amables, entregadas y con muchos valores característicos más. Pero todo esto sería imposible si no tuviéramos profesores como los que tenemos. Que tienen vocación, entrega, están preocupados, dan todo de sí a sus alumnos y son en definitiva un ejemplo a seguir. Sin quitarle el privilegio de ser nombrados a los padres de familia, que son un eslabón importante en la formación de los estudiantes. Una vez escuché que el colegio elige a las familias para trabajar con ellas en conjunto, es totalmente cierto. Todas las familias del CI tienen una característica notoria y es que son serviciales y trabajan en equipo. Es sorprendente como si alguien necesita ayuda, esta es inmediata, no necesariamente entre amigos o conocidos, sino entre las personas que simplemente forman parte de la misma comunidad.
Siento entonces que no solo yo te escogí, fue una elección mutua que ambos hicimos, tú amado CI me escogiste para ser parte de esta familia, me abriste tus puertas así como yo te abrí mi corazón. Solo tengo que decirte gracias; si pudiera abrazarte lo haría. Siempre te voy a recordar con mucho cariño, con una sonrisa y hasta lágrimas de melancolía, todavía nos quedan unos años más juntos, quiero disfrutarlos al máximo y, aunque como ya mencioné, no nos veamos estamos siempre unidos. Deseo que sigas mejorando, en todos los aspectos y no hasta alcanzar un máximo, porque eso no existe, solo sigue creciendo, apoyando a tus alumnos y a todos los que conforman a la Familia CI que llegan a ti en busca de ser “mejores”.
Ahora solo me queda decir ¡Feliz día CI!
Con un afectuoso saludo se despide, Camila Blanc
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