Autor: Pietro La Torre
I. Introducción
Cada 8 de marzo conmemoramos el día de la mujer, y esta es una fecha ideal para recordar a tres grandes señoras que dejaron una huella eterna en nuestra historia nacional: Micaela Bastidas, María Parado de Bellido y Francisca Zubiaga. En la presente columna histórica, relataremos brevemente la biografía de estos tres ilustres personajes, especialmente el heroico accionar que las convirtió en emblemas de nuestro país.
Cada una de ellas brilló con luz propia en sus respectivas épocas: en las rebeliones anticoloniales del siglo XVIII (Micaela Bastidas), en el proceso independentista peruano (María Parado) y en los albores de nuestra República (Francisca Zubiaga). Micaela Bastidas fue precursora de nuestra emancipación; María Parado de Bellido, mártir de la independencia; y Francisca Zuabiaga, la primera mujer en participar activamente en la política peruana.
II. Micaela Bastidas, brazo derecho de Túpac Amaru II
Doña Micaela Bastidas nació en Pampamarca en 1744. Era hija natural, (es decir, que sus padres no estaban casados) de Manuel Bastidas y Josefa Puyucahua Sisa. Hay quienes afirman que era zamba, osea que tenía ascendencia negra, debido al color canela de su piel. En 1760 contrajo matrimonio con el cacique de Surimana, Pampamarca y Tungasuca, José Gabriel Condorcanqui Noguera, quien luego adoptó el nombre de Túpac Amaru II. Además de ser un indio noble, José Gabriel era un arriero, lo cual lo obligaba a ausentarse por tiempos prolongados. En aquellas ocasiones, Micaela era la encargada de administrar sus bienes.
Cuando José Gabriel se levantó contra los abusos cometidos por las autoridades virreinales, Micaela Bastidas asumió un rol muy importante: la administración. Se encargaba del pago y disciplina de las tropas, la administración de las municiones, la vigilancia de los espías y todo cuanto a la logística refiere. Asimismo, se desarrolló como la mente de la contienda bélica rebelde: instó a los indígenas a adherirse a la causa de su esposo, aconsejó a José Gabriel atacar al Cuzco (acción que no se llegó a dar) y, cuando José Gabriel marchó rumbo a la región del Collao, asumió la jefatura del pueblo de Tungasuca.
Tras la derrota de las tropas tupacamaristas en la Batalla de Tinta, Micaela, José Gabriel y los demás líderes rebeldes fueron apresados. Micaela fue cruelmente torturada; sin embargo, nunca delató a sus compañeros. Su condena a muerte fue cumplida el 18 de mayo de 1781, siendo transportada al cadalso junto con su esposo José Gabriel, su hijo Hipólito, su hermano Antonio, y todos los partidarios de su levantamiento. Micaela Bastidas es recordada hasta el día de hoy como una mujer excepcional, que apoyó y aconsejó a José Gabriel en todo momento.
III. María Parado de Bellido, mártir de la independencia
Nacida en Huamanga, Ayacucho, hacia 1761, María Parado se casó con Mariano Bellido, adoptando así el nombre de María Parado de Bellido, con el que todos la conocemos. Fue madre de siete hijos, dos hombres y cinco mujeres, de los cuales destaca Tomás Bellido Parado, quien se unió a la causa independentista cuando la expedición del General Álvarez de Arenales llegó a su tierra natal en 1820, durante la era sanmartiniana. Los montoneros y guerrilleros tuvieron una actuación muy activa en este contexto, ya que apoyaron a los ejércitos libertadores, y María Parado, junto con su esposo Mariano, coordinaban las acciones bélicas de las milicias.
Para aplacar la presencia insurreccional en la sierra sur, tropas realistas, al mando del cruel General José Carratalá, conocido por su inhumana represión y su accionar sanguinario, se instalaron en Huamanga. Tras el retiro de las tropas de Álvarez de Arenales, la dirigencia de las montoneras recayó en el caudillo Cayetano Quirós. Así, María Parado de Bellido quiso notificar a éste de las actividades de los realistas para, de esta manera, saber dónde atacar y obtener la victoria. Sin embargo, cuando las filas realistas y patriotas se enfrentaron en Quilcamachay, llegó a manos de Carratalá una nota firmada por María Parado dirigida a su esposo Mariano, donde le notificó de los últimos movimientos del ejército realista.
María Parado era analfabeta, por lo cual un intermediario se encargaba de la redacción de las epístolas. El servicio de inteligencia de Carratalá se enteró de ello y, luego de una investigación, se apresó a María Parado. En el cuartel realista de Huamanga fue torturada a fin de que delatara a sus compañeros, pero no lograron arrancarle una sola palabra. María Parado fue condenada a muerte, y en su camino a las afueras de la ciudad, donde sería fusilada, se detuvo en frente de una Iglesia, se arrodilló y suplicó a la Virgen María por sus hijos que quedarían huérfanos de madre. Finalmente, dos tiros de fusil pusieron punto final a su heroica vida el 30 de marzo de 1822.
IV. Francisca Zubiaga, “La Mariscala”
Francisca Zubiaga y Bernales nació el 11 de septiembre de 1803 en el Cuzco, y en 1825 contrajo matrimonio con el general Agustín Gamarra, que por entonces ejercía el cargo de prefecto del Cuzco. La fascinación por el poder de este caudillo le permitió asumir la Presidencia de la República tras derrocar a José de La Mar con su ejército compuesto principalmente de montoneros. Francisca aconsejó a su esposo a lo largo de toda su carrera política, siendo su principal asesora, colaboradora e instigadora de toda acción. El gobierno de Gamarra, sin embargo, no estuvo exento de rebeliones, lo cual causó una gran inestabilidad.
Si bien Gamarra pudo concluir su período presidencial, su mandato fue continuamente interrumpido al verse en la obligación de dejar el ejercicio de sus funciones en manos de, por ejemplo, el vicepresidente Gutiérrez de la Fuente para acudir personalmente a socavar los continuos levantamientos contra su régimen. Francisca Zubiaga acompañó a su esposo durante estas campañas, destacando en la represión contra la rebeldía de Gutiérrez de la Fuente, quien se negó a proporcionar refuerzos a Gamarra a fin de hacerse con el poder. “La Mariscala”, junto con el prefecto de Lima, Juan Bautista Eléspuru, se encargaron de erradicar los intentos de Gutiérrez de la Fuente de derrocar a Gamarra. De esta manera, Gamarra y “La Mariscala” pudieron proseguir con su régimen dictatorial.
La famosa escritora francesa Flora Tristán tuvo la oportunidad de entrevistarla, y fruto de este encuentro escribió lo siguiente: “Todo en ella anunciaba a una mujer excepcional. [...] estaba vestida con un vestido lujoso, bordado en seda blanca [...]; pero, sentía la nostalgia del pantalón de gruesa tela, de la pesada capa y de las botas con espuelas de oro con que había recorrido el Perú”. La descripción de Flora Tristán revela claramente la personalidad de Francisca Zubiaga. Cuando Gamarra murió en la batalla de Ingavi, Doña Francisca partió al exilio a Valparaíso, donde murió el 8 de mayo de 1835.
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