Autor: Pietro La Torre
(30 de agosto)
I. Introducción
La religión formaba parte muy importante de la vida cotidiana durante la Colonia. Las grandes casonas coloniales demuestran esta afirmación, ya que en cada una de ellas había un oratorio o una capilla para que los residentes pudieran rezar cuando lo desearan o siempre que el confesor lo indicase. Un dato muy interesante es que el diez por ciento de la población limeña pertenecía al clero. Asimismo, a casi un siglo de ser fundada, Lima ya contaba con cuarenta iglesias.
Desde el virreinato hasta el día de hoy, Lima se ha caracterizado por ser una ciudad muy devota y religiosa. Son constantes las procesiones y todo tipo de costumbres ligadas a la religión, a sus santos y a las advocaciones marianas. Una figura religiosa muy representativa de nuestro país es, sin duda, Santa Rosa de Lima, Patrona del Perú.
II. El nacimiento de Santa Rosa
Generalmente, comprender su vida resulta complicado, y esto se debe a que la concepción que se tenía de la religiosidad de aquellos años era muy diferente a la de hoy en día. La santidad durante los siglos XVI y XVII estaba relacionada con el sacrificio corporal, con la penitencia y con el dolor. Siguiendo esta línea, Santa Rosa quería acercarse a Jesucristo conociendo en carne propia su sufrimiento en la cruz.
Nació el 30 de abril de 1586. Fue hija de Gaspar Flores, soldado del ejército español, y de María de Oliva, una criolla limeña. El 24 de agosto del mismo año fue bautizada en la Iglesia de San Sebastián con el nombre de Isabel Flores de Oliva, en honor a su abuela materna, Isabel de Herrera. Sin embargo, fue llamada Rosa por su madre desde muy niña, debido al “milagro de la cuna”, en el cual su rostro se vio rosado y bello como el de una rosa.
El hecho de ser llamada Rosa desató una disputa entre su abuela y su madre. Ante esto, Santa Rosa decidió ir con su confesor y pedirle su consejo, y éste le dijo que debía obedecer a su madre antes que a su abuela. Santa Rosa hizo la promesa de ser llamada siempre Rosa. Posteriormente, adoptó como nombre religioso Rosa de Santa María.
III. Los milagros de Santa Rosa
Además de sus penitencias, realizaba estrictos ayunos, llegando a hacer el voto de no comer carne y a alimentarse solamente de pan y agua. Se dedicó a ayudar a los pobres y a los enfermos, especialmente a los de raza india y negra, quienes no recibían el mismo tratamiento que los demás. Ayudaba a todos por igual sin importarle el color de la piel. Lo hacía siempre con humildad, con buena voluntad y con mucho amor.
Santa Rosa pasaba gran parte del día orando a Dios. Construyó una ermita en la huerta de su casa para orar con mayor soledad y entregarse por completo al Señor. Allí hablaba con los mosquitos y cantaba alabando a Dios junto con los pajaritos.
Pero definitivamente el hecho más significativo de la vida de Santa Rosa fue su matrimonio con el niño Jesús en el altar de la Virgen del Rosario el Domingo de Ramos del año de 1617. Aquel día, mientras oraba, el niño Jesús le dijo: “Rosa de mi corazón, sé mi esposa”.
El día 24 de agosto del mismo año, Santa Rosa de Lima falleció a causa de tuberculosis, a los 31 años de edad. Sus últimas palabras fueron “Jesús, Jesús sea conmigo”.
IV. Canonización de Santa Rosa de Lima.
El 12 de marzo de 1668, el papa Clemente IX la beatificó. Y luego el papa Clemente X la canonizó, el 12 de abril de 1672, siendo la primera santa nacida en América. Cuenta Ricardo Palma en la tradición titulada “El rosal de Rosa” que Clemente IX, incrédulo de la santidad de Rosa de Lima, dijo lo siguiente: “¿Santa? ¿Y limeña? Tanto daría por una lluvia de rosas”. Y en seguida pétalos de rosas perfumados cayeron sobre su escritorio. El papa procedió a su beatificación.
Sin duda, Santa Rosa de Lima es uno de nuestros símbolos nacionales más conocidos a nivel mundial. Fue declarada no solo Patrona del Perú sino también de toda la América, Indias y Filipinas. La devoción a Santa Rosa de Lima aumenta cada día, celebrando su solemnidad el 30 de agosto.
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