Autor: Pietro La Torre
I. Introducción
Uno de los hechos más traumáticos de nuestra historia republicana es, sin duda, la Guerra con Chile. Ésta inició el día 5 de abril de 1879, cuando el gobierno chileno declaró formalmente la guerra al Perú debido a la existencia del tratado secreto de alianza defensiva con Bolivia firmado por José de la Riva Agüero y Looz Corswarem, ministro de Relaciones Exteriores del Presidente Pardo, por Perú y Juan de la Cruz Benavente por Bolivia en 1873.
Si bien es cierto que podemos señalar al afán expansionista chileno como una de las causas fundamentales de la guerra, el deseo de Chile por la costa boliviana y el sur peruano surgió a raíz del descubrimiento de un importante elemento que se encontraba en estos territorios: el salitre.
El salitre era un fertilizante sumamente ambicionado en el mercado internacional por ser muy favorable a la agricultura. Por ello, los tres países que contaban con este mineral (Perú, Bolivia y Chile) ansiaban controlar su precio, es decir, el monopolio, como el Perú lo tuvo con el guano algunos años atrás. En este contexto de fuerte tensión es que se firma el tratado secreto entre Bolivia y Perú.
II. Contextualización
Chile, desde los albores de su vida independiente, se encontraba en conflictos limítrofes con Bolivia. Bolivia afirmaba que la frontera era en el paralelo 26 de latitud sur, mientras que Chile lo consideraba en el 23. Esta disputa se acrecentó en el momento en que se identificó la riqueza salitrera del terreno en cuestión.
Así, se llegó a la siguiente resolución firmada en 1866: el límite sería en el paralelo 24; sin embargo, las ganancias obtenidas por el salitre entre los paralelos 23 y 25 se repartirían entre ambas naciones equitativamente. Empero, esta cláusula se suprimió mediante el tratado limítrofe de 1874. Mediante este segundo acuerdo, Bolivia se comprometió a no decretar impuestos en los próximos 25 años a las compañías salitreras chilenas de capital británico asentadas en su territorio.
No obstante, el 14 de febrero de 1878, el gobierno boliviano, presidido por Hilarión Daza Groselle, decretó una ley que estipulaba un impuesto de 10 centavos por quintal de salitre exportado a la Compañía de Salitres y Ferrocarriles de Antofagasta (chilena). Este hecho significaba la violación del tratado de 1874, siendo el detonante de la Guerra del Pacífico a la cual el Perú ingreso debido al tratado secreto de 1873.
III. La declaratoria de guerra
Bolivia, ante la negativa del pago del impuesto establecido, embargó las propiedades de la Compañía de Salitres. En este contexto, Chile trasladó su poderosa armada a las costas de Antofagasta el 14 de febrero, siendo ésta una declaratoria implícita de guerra.
Mientras tanto, el gobierno peruano envió a José Antonio de Lavalle y Arias de Saavedra en calidad de ministro plenipotenciario con el objeto de buscar una salida pacífica al asunto. Lavalle desembarcó en Valparaíso el día 4 de marzo, siendo recibido de manera hostil por la población y la prensa que consideraba que su único objetivo era ganar tiempo para que el Perú pudiese armarse para la guerra.
La misión Lavalle se topó con un gran problema: el enviado para llevar a cabo la mediación no tenía conocimiento de la existencia del tratado secreto entre Bolivia y Perú debido a que no se encontraba en el Perú cuando fue firmado. Recién en su viaje rumbo a Chile halló, junto con sus demás instrucciones escritas, la escritura del tratado secreto. Las conversaciones fracasaron debido a la declaratoria de guerra por parte de Bolivia a Chile tras la invasión chilena de Antofagasta. Lavalle retronó a Lima, desembarcando el día 3 de abril, tan sólo dos días antes de la declaratoria chilena de guerra contra Perú.
Ese mismo día, 5 de abril de 1879, Chile declaró la guerra a Bolivia y Perú, iniciándose así la Guerra del Pacífico o Guerra del Salitre. Los primeros conflictos se llevaron a cabo en el mar, pero, luego de la derrota de la escuadra peruana, la guerra pasó a la tierra hasta 1883, cuando se firmó la Paz de Ancón.
IV. Cierre
Hay quienes dicen que el Perú ingresó a la guerra por obligación, ya que este conflicto no nos concernía, es decir, que formamos parte de esta contienda bélica por la fuerza. Y esta afirmación es cierta. El propio Presidente de Bolivia, Hilarión Daza, escribió al prefecto de Antofagasta que exigiría al Perú el cumplimiento de lo acordado en el tratado de alianza defensiva.
No obstante, también es cierto que buena parte de la guerra se llevó a cabo debido a la patriótica y honorífica resistencia de los peruanos a firmar la paz cediendo territorio. Las Campañas de Lima y de la Breña nos demuestran que el sentimiento de orgullo por ser peruanos era lo más importante. Salta claramente a la vista la imagen del Gran Mariscal Andrés Avelino Cáceres, quien valientemente emprendió la Resistencia de la Breña, la cual demostró que el amor a nuestra patria es un sentimiento verdadero entre los peruanos.
Hasta nuestros días, el Escudo Nacional guarda luto por los dos territorios perdidos en esta cruenta guerra: Arica y Tarapacá. No así del caso de Tacna, quien, imbuida de un profundo amor al Perú, se rehusó a formar parte de Chile y retornó a nuestro suelo el día 3 de junio de 1929.
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