Autor: Pietro La Torre Zambrano
I. Introducción
Uno de los traidores más infames de nuestra historia es Nicolás de Piérola, quien fue Presidente entre 1879 y 1881 y, luego, entre 1895 y 1899. Pese a su falta de patriotismo, contaba con un gran arraigo popular, y la anécdota que relata la presente Columna Histórica es una prueba de ello.
La traición más conocida de Piérola es su negativa a atacar a los chilenos que habían saqueado Chorrillos durante la guerra. Luego de la Batalla de San Juan, el 13 de enero de 1881, el ejército chileno entró en Chorrillos; asesinaron a sus pobladores, quemaron las viviendas y masacraron la ciudad. Posteriormente, se embriagaron en las bodegas de vino del balneario, siendo éste el momento propicio para atacarlos.
Fue Cáceres quien ideó el enfrentamiento a las fuerzas contrarias, pero se vio en la necesidad de solicitar permiso al Jefe Supremo. Piérola, no obstante, se negó alegando que los chilenos habían solicitado una tregua aquel día. De esta manera, los chilenos se salvaron de ser ejecutados y, tras la Batalla de Miraflores, pudieron ingresar en Lima el 17 de enero de 1881.
II. Piérola es apresado
Ante la deserción de Piérola en el contexto de la ocupación chilena de la capital, el cuerpo diplomático delegó el poder en Francisco García Calderón, quien gobernó en el Palacio de la Magdalena con gran pundonor. Una vez concluida la guerra en 1883, se llevó a cabo la complicada tarea de la Reconstrucción Nacional. Al finalizar el primer gobierno de Cáceres en 1890, Piérola postuló a la Presidencia de la República junto con Remigio Morales Bermúdez.
Mientras que Morales Bermúdez contaba con un magnífico prestigio personal como héroe de la Guerra con Chile y el apoyo del ejército y del Presidente Cáceres, Piérola disponía de una enorme popularidad, un elemento tan -o más- importante que el de sus contrincantes.
Sin embargo, el día 5 de abril de 1890, Piérola fue apresado debido a que, según el artículo 16 de la Constitución de 1860, usurpó funciones públicas al haber asumido el mando supremo mediante un golpe de Estado en 1879; asimismo, se declararon nulos todos sus actos gubernativos, y se le consideró responsable tanto civil como militarmente de estos. Por ello, el Partido Demócrata se retiró de los comicios, quedando en las elecciones Remigio Morales Bermúdez y Francisco Rosas, el candidato del Partido Civil.
III. Piérola logra fugarse de la prisión
El 13 de abril se realizaron las elecciones, resultando ganador el candidato apoyado por Cáceres, Remigio Morales Bermúdez. Mientras tanto, el juicio contra Piérola fue abandonado, empero permaneció en la Intendencia de Lima a fin de evitar posibles conspiraciones de sus partidarios contra el gobierno de turno.
No obstante, Piérola logró fugarse de la prisión el 5 de de octubre de 1890, y permaneció oculto en Lima por un tiempo, hasta que decidió salir del país. Así, Piérola se embarcó rumbo a Guayaquil en el velero La Chalaca el 14 de abril de 1891. A fin de no ser reconocido, usó el nombre León Dapier en su documentación que, por cierto, era el anagrama de N. de Piérola.
Cuando Piérola se disponía a abordar, un policía lo reconoció. El caudillo se preocupó rápidamente porque sabía que el uniformado lo apresaría y lo regresaría a su celda. Sin embargo, el policía se quitó el sombrero y, realizando una venia ceremoniosa, le dijo: “Buenas noches, Don Nicolás”. Piérola, al ver que el celador no tenía intenciones de detenerlo, se sintió dichoso, y le respondió: “Buenas noches, hijo”. De esta manera, el ex dictador logró embarcarse y salir del país al exilio.
IV. Frase célebre de Lima antigua
Esta curiosa anécdota, que parece ser un episodio de una novela, fue conocida por muchas personas en la Lima de aquel entonces. Así, la frase “Buenas noches, Don Nicolás” era usada para dar a entender a alguna persona (que estaba en falta) que no se le delataría porque se le tenía simpatía o afinidad, tal y como ocurrió con el celador y Piérola.
Este acontecimiento tuvo, no obstante, un corolario bastante importante. Cuatro años después, Piérola retornó al Perú, y, en marzo de 1895, ingresó a la ciudad de Lima. Una ironía de la historia es que el gran héroe de la Guerra con Chile, Cáceres, fue derrotado por el villano, Piérola, al hacerle éste último un golpe de Estado.
Con el objetivo de ganar adeptos, Piérola se alió con los civilistas formando la Coalición Nacional, y gobernó hasta 1899, sentando las bases para la posterior hegemonía del Partido Civil en el sillón Presidencial entre 1899 y 1919, los famosos años de la “República Aristocrática”.
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