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Columna Histórica XII - El primer Presidente legal del Perú (9 de junio de 1827)

Autor: Pietro La Torre Zambrano

 

I. Introducción

La independencia del Perú implicó el nacimiento del Estado Peruano. Los caudillos militares asumieron la Presidencia de la República casi ininterrumpidamente, mas no pudieron garantizar una verdadera estabilidad política debido a las constantes pugnas por el poder de las que eran protagonistas. Nuestros primeros Presidentes fueron militares no sólo porque sentían que estaban ejerciendo su derecho a gobernar por ser ellos quienes consolidaron la independencia, sino también porque contaban con las fuerzas militares y, ergo, las posibilidades de tomar el poder por medio de las armas.

Luego de la Proclamación de nuestra Independencia el 28 de julio de 1821, el Libertador San Martín asumió el gobierno de nuestro país con el título de Protector. Un año después, en septiembre de 1822, San Martín renunció al cargo tras la fracasada entrevista con Bolívar en Guayaquil. Así, se instaló el primer Congreso Contituyente que, luego del motín de Balconcillo, se vió obligado a proclamar como primer Presidente del Perú a José de la Riva Agüero.

Con la toma de Lima por los realistas, el Congreso y Riva Agüero se vieron en la necesidad de refugiarse en los Castillos del Real Felipe. En este contexto, surgieron desavenencias entre los Poderes Legislativo y Ejecutivo, ya que el primero había otorgado a Antono José de Sucre suprema autoridad militar, y el segundo desconoció aquel decreto e instauró un gobierno rebelde en Trujillo. El Congreso, por ello, destituyó a Riva Agüero y entregó el mando a José Bernardo de Tagle. Empero, el primer día del mes de septiembre de 1823, Simón Bolívar arribó a nuestro país, y el Parlamento le entregó la suprema autoridad política y militar del Perú por ser el líder que venía a derrotar definitivamente a las fuerzas realistas instaladas en la sierra y el sur.


II. El retiro de Bolívar

Consolidada la independencia con el triunfo patriota en las grandes Batallas de Junín y Ayacucho y la firma de la Capitulación en 1824, el propio Congreso peruano dictaminó que Bolívar permaneciese como dictador del Perú. Bolívar, entonces, redactó una Constitución que debía regir en la Gran Colombia (conformada por los actuales países de Venezuela, Colombia y Ecuador), Perú y Bolivia, con el objetivo de cumplir su sueño de una Federación de los Andes entre los países que había independizado. La jura de la Carta Magna se realizó el día 9 de diciembre de 1826.

No obstante, en la Gran Colombia se empezó a ver claros signos de descomposición, a tal punto que inició un proceso de disgregación. Por ello, Bolívar se vió en la obligación de dejar el Perú y partir rumbo a la Gran Colombia. La población de Lima se esforzó en retenerlo; sin embargo, ante su retiro, surgió un fuerte rechazo hacia él, hacia las tropas grancolombianas acantonadas en nuestro territorio y hacia su proyecto federativo. Bolívar, antes de abandonar el Perú, dejó el mando a un Consejo de Gobierno presidido por Andrés de Santa Cruz y conformado por Hipólito Unanue, José Larrea y Loredo y José María de Pando.

Los peruanos veían como foráneas a las tropas grancolombianas que, con la victoria en Ayacucho, carecían de razones para permanecer en nuestro territorio. Bolívar había privilegiado a su soldadesca en desmedro de los militares peruanos, lo cual había ocasionado el surgimiento de un fuerte encono hacia los extranjeros. Así, el 26 de enero de 1827, los soldados peruanos que conformaban los batallones grancolombianos arrestaron a sus jefes y anunciaron la derogatoria de la Constitución bolivariana vitalicia y la restauración de la Carta de 1823. De esta manera, culminó la presencia grancolombiana en el Perú.


III. José de La Mar asume la Presidencia

Hasta ese momento, el Perú no había tenido Presidentes elegidos mediante comicios. Recordemos que el motín de Balconcillo había obligado al Congreso a entregar el mando a Riva Agüero y que éste, ante la destitución de Riva Agüero, nombró Presidente a Torre Tagle por ser el militar de más alto rango en aquel momento. Fue recién en 1827, luego de la desocupación de todo vestigio grancolombiano, que hubo una elección -las primeras de nuestra historia- y don José de La Mar asumió a la Presidencia de la República.

Ante las insurrecciones en los batallones peruanos y la exigencia del retorno de la Constitución de 1823 por parte de las tropas, Andrés de Santa Cruz convocó a un Congreso Constituyente extraordinario encargado de arreglar la Constitución de 1823 y elegir al Presidente de la República, y se reunió el día 4 de junio. Francisco Xavier de Luna Pizarro fue designado Presidente del Congreso, y presentó la candidatura de José de La Mar el día 9. Por su parte, los amigos de Santa Cruz y Riva Agüero presentaron la candidatura del caudillo paceño.

La elección se realizó ese mismo día (9 de junio de 1827) en sesión permanente. Los resultados fueron los siguientes: La Mar obtuvo cincuenta y ocho votos; Santa Cruz, veintinueve. Manuel Salazar y Baquíjano fue elegido Vicepresidente, quien, en 1822, había conformado el triunvirato de Gobierno junto con La Mar. Con estos dos personajes en la Presidencia de la República peruana, los peligros el caudillismo y los personalismos se veían lejanos; Santa Cruz, sin embargo, sí era un individuo con tendencias a estas características, al igual que Agustín Gamarra y Antonio Gutiérrez de la Fuente.


IV. Conclusiones

La elección de La Mar fue, además, una solución al temor del Congreso por elegir a un caudillo autoritario y personalista; empero, el Perú no se libró del caudillismo durante los años posteriores. Basadre explica que, con la elección de La Mar, la estabilidad política se vería fortalecida; sin embargo, afirma que Santa Cruz era también un personaje muy apto para ejercer la Presidencia, puesto que contaba con grandes dotes de administrador y con una gran autoridad, una característica necesaria en la política del momento y de la que carecía La Mar.

José de La Mar es considerado nuestro primer Presidente legal dado que asumió la primera magistratura del Estado a través de una elección. No fue un dictador, respetó la separación de poderes, pero su carencia de energía era su talón de Aquiles. Quien dió el flechazo en su talón fue Agustín Gamarra en el contexto de la guerra con la Gran Colombia, cuando, luego de los reveses peruanos en las Batallas de Sagaruro (13 de febrero de 1829) y Tarqui (29 de febrero), le hizo un golpe de Estado. De este modo terminó el gobierno de La Mar, tan sólo dos años después de haber asumido el mando.


 
 
 

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