Columna Histórica XIII - La muralla de Lima (30 de junio de 1684)
- La Voz del Lobo
- 18 jun 2021
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Autor: Pietro La Torre Zambrano
I. Introducción
Lima fue una ciudad amurallada por casi doscientos años. La construcción de la muralla se inició en 1684, y su demolición se realizó en 1868, durante el gobierno de José Balta. Esta antigua construcción colonial nos proporciona grandes conocimientos acerca de la era virreinal, puesto que revela la idiosincrasia militar de la época y la concepción de defensa y fortificación que se tenía de los espacios y centros urbanos importantes.
Las partes de la muralla que persisten hasta la actualidad son un monumento histórico de la época colonial, y, como tal, deben ser valoradas. Es interesante constatar que la muralla fue construida con un propósito específico: defender Lima de los ataques de piratas y corsarios; sin embargo, en realidad, funcionó como un mecanismo de control de la población limeña. Por ello, el historiador Porras Barrnechea dijo que “la muralla murió virgen de pólvora”.
En Lima, ya había un sector que se encontraba cercado por una muralla: el cercado de indios, donde residían los indígenas que trabajaban en la ciudad. Esta reducción desapareció con la expulsión de los jesuitas en el siglo XVIII, ya que los indios perdieron el amparo y protección que esta orden religiosa les proporcionaba. El control al que eran sometidos los indígenas era verdaderamente estricto: las puertas se cerraban por fuera a las 8 de la noche y se abrían a las 4 de la mañana para que fueran a trabajar. Y algo similar ocurrió con la muralla de Lima.
II. Antecedentes
El virreinato peruano, en el siglo XVII, abarcaba los actuales territorios de Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia, Venezuela, Chile y Argentina, es decir, desde el istmo de Panamá hasta la región de la Patagonia: era el virreinato más extenso de América. Lima, su capital, despertaba las ambiciones de piratas y corsarios ingleses, franceses, holandeses y portugueses, que asolaban las costas peruanas y alarmaban a la población.
En 1624, apareció el pirata Jacques L'hermite en las costas limeñas amenazando con saquear la capital. Entre los pobladores cundió el pańico y, pese a que ningún ataque se llevó a cabo, permaneció un fuerte sentimiento de terror. Años después, la presencia del corsario flamengo Eduardo Davis en el Callao alarmó definitivamente a los vecinos de Lima, quienes exigieron al Virrey la construcción de una muralla.
El Virrey Melchor de la Navarra y Rocafull, duque de la Palata, dictaminó la construcción de la muralla limeña, y envió los planos realizados a la metrópoli para que fuesen revisados, aprobados y financiados por el erario real. Mucho tiempo después, llegó de España algunas correcciones a los planos graficados inicialmente, pero no se envió el dinero: el Virrey debía conseguirlo por su cuenta.
III. Construcción de la muralla
El duque de la Palata creó diversos impuestos a fin de obtener dinero para financiar la monumental obra. Adicionalmente, las contribuciones personales y colectivas permitieron que la construcción se llevase a cabo más eficazmente. Por ejemplo, se asignaba un sector de la muralla a un individuo o un grupo de personas o a un gremio en especial para que fuese levantado por ellos. De esta manera, la muralla se construyó con gran rapidez.
La contrucción se inició el día 30 de junio de 1684 a las 4 de la tarde con una ceremonia a la que acudieron las autoridades coloniales, los vecinos notables y demás personalidades importantes de la Ciudad de los Reyes. El material utilizado en las obras fue el adobe, entre los muros mayor y menor se vaciaba un relleno central, y los cimientos eran de piedra. En 1687, las obras se culminaron, y se fijó el día para la inauguración. Pero el terrible terremoto que asoló Lima el 20 de octubre de ese mismo año afectó en gran medida a la muralla; por ello, la inauguración fue postergada. Un cuarenta por ciento de la muralla se derribó, y recién en 1687 se culminaron definitivamente las obras.
Como sabemos, cuando se diseñó el trazo de las calles de la ciudad de Lima en el siglo XVI, no se pudo conseguir un damero completamente cuadrado, sino que las calles se tuvieron que adecuar a la geografía del lugar. Lo mismo ocurrió con la muralla, ésta tuvo que adaptarse al cauce del río Rímac. Por ello, en esta sección de la muralla se utilizó ladrillo y se complementó con las construcciones que detenían las crecidas del río y evitaban que Lima se inunde.
La muralla contaba con diez puertas. Estas eran: Barbones, Callao, Cocharcas, Guadalupe, Juan Simón, Maravillas, Marinete, Monserrate, San Jacinto y Santa Catalina. Un dato que muchas personas desconocen es que muchas de las puertas contaban con una función determinada, este es el caso de la portada del Callao, que, como su nombre lo indica, era utilizada para ir al principal puerto del Virreinato; otro ejemplo es el de la portada de Maravillas, construida en 1808 por el Virrey Abascal con el objetivo de comunicar más fácilmente a la ciudad con el Cementerio General de Lima, construído aquel año también.
IV. Cierre
Años después, la muralla se convirtió en una dificultad para la expansión urbanística de Lima. Además, los higienistas de la época decían que eran perjudiciales para la salud porque no permitía que circule el aire. Así, en 1868, durante el gobierno de José Balta fue derribada.
La muralla de Lima es parte importante de la historia de nuestra capital. Los restos que quedan debemos valorarlos como el monumento histórico que son y recordar que todos los vecinos de Lima trabajaron en su construcción de una u otra manera. Todos podemos conocer más de esta antigua construcción colonial en el Parque de la Muralla, en el centro histórico de Lima, ubicado a la espalda del Palacio de Gobierno.
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