Autor: Pietro La Torre Zambrano
I. Introducción
La guerra de independencia peruana tuvo varias particularidades, pero la más notable de todas fue la confluencia de las Corrientes Libertadoras del Sur y del Norte en su territorio. Y esto se debió a que la consolidación de la independencia de los nacientes países sudamericanos se encontraba condicionada a la erradicación definitiva del poder realista arraigado en el poderoso Virreinato del Perú.
Ello no implicó, sin embargo, que sean muchos los peruanos que participaron en su proceso de independencia, de los cuales podemos destacar a José de la Riva Agüero y José Bernardo de Tagle, el Marqués de Torre Tagle. Así, durante el período comprendido entre el retiro de San Martín y la llegada de Bolívar, estos dos personajes asumieron la primera magistratura del país en tiempos muy convulsionados.
Las Corrientes Libertadoras fueron expediciones militares lideradas por José de San Martín y Simón Bolívar que tuvieron por finalidad liderar y triunfar en la guerra de independencia sudamericana. Surgieron en Buenos Aires y Caracas, las dos ciudades irradiadoras del movimiento independentista, y de allí se expandieron poco a poco a los demás países de América del Sur.
II. El Protectorado de San Martín
El Libertador don José de San Martín, luego de la Proclamación de la Independencia, asumió el mando político y militar del Perú bajo el nombre de Protector de la Independencia del Perú. Durante su gestión, se abocó a la tarea de sentar las bases para el país naciente y culminar la contienda bélica independentista, ya que el Virrey La Serna se encontraba instalado en el Cuzco con su ejército compuesto por más veinte mil hombres.
San Martín, empero, no logró terminar con el poder realista en el Perú. A esta situación se sumó el descontento de la élite limeña con su ministro Bernardo de Monteagudo -en quien había depositado su entera confianza- debido a la política de expulsión de los peninsulares que venía emprendiendo. En consecuencia, su gobierno se vio desprestigiado y desgastado.
Ante este desolador panorama, el Libertador San Martín partió rumbo a la otrora Audiencia de Quito a fin de reunirse con Simón Bolívar, a quien había enviado un batallón peruano para la Batalla de Pichincha cuya participación fue decisiva para obtener el triunfo sobre los realistas. En la agenda de San Martín figuraban tres cuestiones: la primera, obtener apoyo militar para ganar la guerra contra los realistas de la sierra sur del Perú así como él se lo había proporcionado meses antes; la segunda, asegurar la pertenencia del puerto de Guayaquil al Perú; y la tercera, la aceptación de una Monarquía Constitucional como forma de gobierno para el Perú independiente.
III. La entrevista de Guayaquil
Guayaquil perteneció al Virreinato del Perú a lo largo de los siglos XVI y XVII; sin embargo, en 1739, como parte de las reformas Borbónicas político-administrativas, pasó a formar parte del recién creado Virreinato de Nueva Granada. Empero, debido a la gran distancia que lo separaba de Santa Fe de Bogotá, la capital virreinal neogranadina, pasó a depender en lo militar, según Real Cédula de 1803, del Virreinato del Perú. Y, en 1806, se hizo lo propio en el ámbito comercial al ser transferido del Consulado de Cartagena al de Lima.
En Guayaquil, así como en diversas ciudades de América, se formó una Junta de Gobierno el 8 de noviembre de 1820. La Junta, presidida por Joaquín de Olmedo, proclamó su independencia y determinó que Guayaquil decidiría posteriormente si se anexaría al Perú o a la naciente Gran Colombia. No obstante, el deseo de los pobladores era claramente a favor del Perú. Bolívar, sin embargo, envió a su lugarteniente, Antonio José de Sucre, a ocupar militarmente Guayaquil e incluirlo por la fuerza a la Gran Colombia.
San Martín arribó al puerto el 26 de julio de 1822, y Bolívar lo recibió son su conocida frase “Bienvenido a tierras colombianas”, lo cual dejaba en claro que Guayaquil formaba parte de la Gran Colombia. San Martín, ante esta situación, optó por no tocar este punto en la reunión.
Posteriormente, los líderes de la emancipación se entrevistaron a puerta cerrada por dos horas. Nadie fue testigo de lo que exactamente conversaron más que aquellos grandes personajes y las paredes de la habitación en la que se vieron personalmente por primera y última vez. Por ello, la historiadora Scarlett O’Phelan asevera que “se especula mucho y se sabe poco” del contenido de la conversación. Empero, a partir de los acontecimientos que surgieron luego de esta conferencia, podemos deducir qué conversaron.
IV. La dimisión de San Martín
El Libertador San Martín, apenas retornó a Lima, se sintió desconcertado de la situación en que se hallaba la política: Monteagudo había sido destituido por el encono que la aristocracia le tenía por su carácter tan complicado, su aprobación entre la población había disminuido considerablemente, e incluso corrió el rumo de que quería coronarse Rey del Perú, así como Agustín de Iturbide lo había hecho en México.
San Martín, decepcionado, decidió abandonar el Perú, tanto por que había identificado que era necesaria su marcha para que Bolívar acuda a culminar la guerra, como también por las preocupantes noticias del frágil estado de salud de su esposa Remedios. Así, el 22 de septiembre de 1822 se reunió el primer Congreso Constituyente con la específica tarea de redactar una Carta Magna que, entre otros dictámenes, establezca la forma de gobierno del Perú.
Ante aquel colegiado, San Martín renunció a su cargo de Protector. El Congreso lo invistió con diversas condecoraciones y honores. Luego de ello, el Libertador del Perú partió rumbo a Chile y, posteriormente, a su tierra natal, el Río de la Plata, donde esperaba reunirse con su esposa, a quien, sin embargo, no llegó a ver con vida.
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