Autor: Pietro La Torre Zambrano
I. Antecedentes
Cuando San Martín arribó al Perú, planteó instaurar una Monarquía Constitucional, ya que consideraba que, tomando en cuenta que era el bastión realista más importante de Sudamérica y que su población se encontraba muy arraigada al sistema estamental y jerárquico, además de la gran cantidad de nobleza titulada, sería la forma de gobierno más apropiada. La Monarquía Constitucional no se encuentra exenta de la separación de Poderes, mas el Poder Ejecutivo es administrado por un monarca que debe obediencia a la Carta Magna.
Luego de la Proclamación de la Independencia, San Martín, para lograr materializar su proyecto político, creó, de la mano con Bernardo de Monteagudo, la Sociedad Patriótica, cuya finalidad era propiciar un ambiente adecuado para la realización de los debates entre el monarquismo y el republicanismo. La posición de San Martín en el gobierno protectoral, no obstante, se fue poco a poco desgastando debido a la permanencia del poderío realista en el sur del Perú y la inconclusión de la guerra por la independencia.
San Martín, entonces, decidió reunirse con el Libertador del norte, Simón Bolívar, para que le proporcione su apoyo para consolidar la independencia del Perú. Sin embargo, los resultados de esta reunión fueron nulos, y San Martín regresó al Perú sin lograr ninguno de sus objetivos. Al llegar a Lima, se enteró de que su ministro Monteagudo había sido destituido y desterrado por los liberales republicanos, lo cual, sumado a las diversas cartas que había recibido de su familia en Buenos Aires sobre el frágil estado de salud de su esposa Remedios, le hizo decidirse por abandonar definitivamente el Perú.
II. Instalación del Congreso
San Martin venía postergando la convocatoria a elecciones en el Perú desde hacía tiempo debido a que una buena parte del territorio se encontraba ocupado por el ejército realista. Empero, ante su decisión de retirarse del Perú, realizó los comicios, y se instaló el primer Congreso peruano el 20 de septiembre de 1822. La orden fue que los departamentos ya ganados para la Patria eligiesen a 79 diputados propietarios y 38 suplentes, según la población que figuraba en el censo realizado en 1795.
A Trujillo le correspondió 15 diputados; a Cuzco, 14; a Arequipa, 9; a Lima, 8; a Huaylas, 8; a Puno, 6; a Tarma, 6; a Huancavelica, 3; a Santa y Chancay, 2; y a Maynas y Quijos, 1. Tan sólo los departamentos independientes tuvieron la posibilidad de elegir a sus representantes; por ello, la elección de la representación de los departamentos ocupados por los realistas correspondió a los ciudadanos nacidos en aquellos territorios que residían en Lima. Si bien es cierto que el sistema no era de los mejores, no había otra opción.
La composición del Congreso era el de un conjunto humano valioso en el ámbito intelectual y moral. Como indicó el gran historiador Jorge Basadre, la instalación del Congreso fue un triunfo más para los republicanos liberales, pues ellos habían quedado dueños de la situación política peruana tras la deposición de Monteagudo y el triunfo oratorio en el debate de la Sociedad Patriótica. Ergo, con la instalación de esta asamblea, se inició la historia de la República del Perú; el primer Congreso Constituyente fue el acta fundacional de nuestra República.
Con la instalación del Congreso Constituyente de 1822 se materializó el Estado peruano concebido como un ideal anteriormente, ya que, al decir de la historiadora Carmen McEvoy, este magno acontecimiento significó “La transición de una comunidad retórica a una comunidad política”. Por tanto, el nacimiento del Perú republicano ocurrió el 20 de septiembre de 1822.
III. El Congreso y Sánchez Carrión
El Congreso aceptó la dimisión del Libertador San Martín y lo colmó de honores: lo designó “Fundador de la Libertad del Perú” y “Generalísimo de las Armas”. En su pronunciamiento de aquel día, San Martín dijo: “La presencia de un militar afortunado, por más desprendimiento que tenga, es temible a los Estados que de nuevo se constituyen. Por otra parte, ya estoy aburrido de oír que quiero hacerme soberano. Sin embargo, estaré pronto a hacer el último sacrificio por la libertad del país, pero en clase de simple particular y no más”.
Tres personajes destacados del primer Congreso peruano cuya participación no siempre es reconocida es la del primer Presidente del Congreso, el sacerdote Francisco Xavier de Luna Pizarro, y los dos primeros secretarios, el ilustre José Faustino Sánchez Carrión y don Francisco Javier Mariátegui. La obra parlamentaria de Sánchez Carrión es digna de reconocimiento. Al decir de Carmen McEvoy, entre sus logros y el de los congresistas republicanos liberales se encuentran el triunfo de la república sobre la monarquía, la proclamación de la Constitución de 1823 con tres poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), el establecimiento del Poder Judicial en la Corte Suprema de Justicia, la descentralización política por medio de la elección de autoridades, las municipalidades y las juntas departamentales, entre otras.
Los discursos de Sánchez Carrión presentan un elemento del republicanismo que, como lo menciona McEvoy, aún no ha sido analizado exhaustivamente: su estrecha vinculación con la guerra. En este sentido, dicha historiadora asevera que para comprender a cabalidad la labor que cumplieron los políticos peruanos en 1824 -y en la fase final de la guerra independentista peruana- es necesario tomar en consideración el ejercicio de la violencia contra los enemigos internos y externos de la República.
Así, Sánchez Carrión exclamó: “¡Que corra la sangre!” y “que sobre esa sangre de los mártires de la patria se levante el glorioso y magnífico edificio de la felicidad de nuestros nietos, aunque sea a costa de nuestra existencia”. Por ello, McEvoy señaló que Sánchez Carrión “estableció el marco conceptual, la escenografía y la coreografía de las revoluciones liberales que atravesaron el siglo XIX peruano”.
IV. “La ocupación del Ejecutivo por el Legislativo”
Tras el retiro de San Martín, el parlamentario Mariano José de Arce presentó una moción -que fue aprobada- que estipulaba que el Congreso conservaría el Poder Ejecutivo hasta la dación de la primera Constitución a fin de evitar que éste, debido a su separación y autonomía, le forme partido de oposición. Los republicanos liberales como Sánchez Carrión, Rodríguez de Mendoza, Pérez de Tudela, Mariátegui, entre otros, se opusieron tenazmente a esta propuesta. A esta situación es a lo que Jorge Basadre denominó “La ocupación del Ejecutivo por el Legislativo”. Por ello, Percy Cayo escribió: “Así, los 51 diputados convocados aquel día empezaron por romper el principio de separación de poderes”.
El Congreso, entonces, reuniría tanto los poderes Legislativo como Ejecutivo, mas era necesario que el Ejecutivo fuese administrado por un cuerpo específico. Hubo quienes plantearon la entrega del Ejecutivo a José de la Riva Agüero, y otros a José de La Mar; no obstante, la asamblea cometió, a juicio de Cayo, “el despropósito de nombrar un ejecutivo colegiado, constituido por tres miembros de su mismo cuerpo”. Los personajes elegidos para conformar la Suprema Junta Gubernativa fueron José de La Mar (el Presidente), Felipe Antonio Alvarado y Manuel Salazar y Baquíjano.
Basadre mencionó que el nombramiento de un Ejecutivo administrado por tres individuos fue un error, puesto que en aquellos momentos lo que era imperativo era concluir y consolidar la guerra por la independencia, y un gobierno tripersonal -cuyos integrantes, además, eran no contaban con la autoridad necesaria y eran, más bien, débiles e impotentes- no contribuía positivamente a esta empresa. Y justamente la incompetencia de la Junta se visibilizó con el rotundo fracaso en la Expedición a Intermedios en 1823, pero esa es otra historia.
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