Autor: Juan Diego Tovar
“Hay algunos que nacen, otros crecen, otros mueren, y otros que nacen y no mueren, y otros que sin haber nacido, mueren, y otros que no nacen ni mueren (son los más)” -César Vallejo
“A las seis de la mañana la ciudad se levanta de puntillas y comienza a dar sus primeros pasos. Una fina niebla disuelve el perfil de los objetos y crea como una atmósfera encantada.” Con estas palabras, Julio Ramón Ribeyro comienza su cuento “Los gallinazos sin plumas”, obra que describe una realidad que no es ajena a nuestra patria. De esta manera, el escenario peruano existente se describe triste y radicalmente cierto. La historia nos relata la vida de dos niños, los cuales obligados por su abuelo, todos los días realizan una peligrosa búsqueda de alimentos en la basura; acompañándolos como hermanos, los gallinazos que merodeaban también en búsqueda de algo de comida; es por eso que a estos niños se los apoda como gallinazos sin plumas; eran parte de la manada. Sin un análisis completo del cuento, Ribeyro nos trató de mostrar una situación completamente real que muchos de nosotros preferimos evitar o tomarlo poco en cuenta: la dura pobreza que acecha al Perú día tras día.
Es inherente a nosotros el orgullo por un país con una historia impresionante, una gastronomía que ha rebasado nuestras fronteras, grandes escritores, y muchos hitos que solo pueden significar orgullo para una sociedad. Sin embargo, el Perú también representa pobreza, indiferencia y desigualdad. Por más que tratemos de erradicar la imagen oscura del país cuando estamos en la mira del mundo, este fenómeno sigue ahí y no se va a mover hasta que la idea del cambio torne unánime y tangible para el país blanquirrojo.
No olvidar a los olvidados. Somos un hermoso país, sí, es importante recordar el sinnúmero de hazañas que nuestra patria conserva en el baúl de su existencia, y también sentir orgullo, pero ese enorme historial de buenos recuerdos, también conllevan sufrimiento de muchas personas, personas que también pertenecen al Perú. En este breve escrito, quiero abrir un pequeño paréntesis en este día lleno de anhelo para los más patrióticos, día que se recuerda lo mejor del Perú. Si en esta fecha, nos sentimos felices y honrados de nacer en este territorio y orgullosos de lucir nuestra escarapela en el pecho; entonces que esa emoción y orgullo característico nos impulse a ayudar y comprender que existen niños que envidian a los perros porque por lo menos estos tienen que comer y dónde dormir, que hay ancianos que pasan la fría noche en la intemperie de la calle y la violencia, y sobre todo, que todavía existen los gallinazos sin plumas.
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