Autor: Juan Diego Tovar
“Hay un cierto placer en la locura que solo el loco conoce.” -Mario Benedetti
Es entendible que el miedo a salir y los cuidados para no contagiarnos, al salir a la calle, ofrezcan un amplio escenario para la reflexión; este puede significar preguntas nunca antes formuladas a profundidad o nunca antes hechas acerca de la vida. En este texto les compartiré la importancia de la reflexión en este proceso pandémico y cómo la facultad del humano por ser curioso por naturaleza me ayuda a soportar este duro proceso. Espero puedan empatizar con ciertas incertidumbres, y comprendan la importancia de usar la reflexión en algún momento de su día.
Fue una noche bastante difícil, esas en las que te dedicas a querer dormir y, sin embargo, te aferras a pensar en cualquier situación fugaz, convirtiéndola en trascendente. Hace varias semanas me había percatado de las repentinas preguntas que mis amigos y yo nos hacíamos acerca de la vida; no obstante, el tema cambiaba rápidamente o simplemente se respondía vagamente. Pero esa noche, tratando de sobrevivir a un inexistente sueño y a unas existentes ganas por levantarme temprano, recibo una llamada de un par de amigos muy cercanos, de mi colegio. Por poco y no respondo, pero ya las esperanzas para conciliar el sueño eran inexistentes, y agradecido por salvarme de mi angustia, respondí con una decidida afirmación.
La plática inició como siempre: fútbol, Fifa, etc. De un momento a otro comenzamos a hablar de los problemas que el Perú tenía como país cuando, repentina e insólitamente, un compañero que parecía dormido preguntó que si creíamos en la teoría la humanidad como producto de una simulación de algún otro ser; con una carcajada pensativa nos introducimos a una conversación de “filósofos” sin título, llegamos a preguntarnos hasta por la existencia de los dinosaurios, la imprevista muerte, y la relatividad de la vida; las dudas incluyeron mucho miedo, ansiedad y mucha perspicacia. Al día siguiente, luego de una tarde de acumuladas tareas, decidí repensar todo lo conversado. Fue la primera vez en toda la cuarentena, en la que no me sentía aburrido. Sentía ahora la necesidad de estar aún más solo, todo para poder pensar mejor. Y así fue, tuve un momento de reflexión, pero que esta vez se me plantó una pregunta nueva acerca de mi situación: ¿qué de bueno me está trayendo la cuarentena?
Una vez terminada toda esa conversación que intensamente tuve conmigo, no me sentí estresado. Todo lo contrario: fue un espacio de tranquilidad pero de mucha intensidad, quedé satisfecho aún así no haya tenido todas las respuestas. Me bastó con poder pensar acerca del momento, y enfocar una visión positiva algunos sucesos que pasé desapercibido a causa de tanta nostalgia por mis amigos y mi colegio.
Los invito a una búsqueda constante de la reflexión en su día a día, es una forma ideal de erradicar la monotonía; acabar con esta es un gran paso para pasarla mejor en esta época en la que uno solo quiere abrazar a gente que no frecuenta hace meses.
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