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Entrevista a un inmigrante venezolano

Foto del escritor: La Voz del LoboLa Voz del Lobo

Por: Gianluca Fiorini

Según la revista Gestión, hay aproximadamente 768 000 inmigrantes venezolanos en nuestro país. Estos debieron abandonar su nación debido a la crisis sin precedentes que en estos momentos están viviendo, generada por un gobierno extremista e incompetente frente a sus problemas y una economía cuya caída pone en duda cualquier concepto de fondo. Las migraciones masivas son siempre son un drama incomprensible para quienes no las viven y este caso es también uno sin precedentes en nuestra región. Los venezolanos han llegado principalmente a tres países: Colombia, Perú y Chile; lamentablemente se han puesto de manifiesto, enfocándonos en nuestro país, ciertas conductas inapropiadas frente a esta situación. Yendo más allá de una simple llamada de atención ante la xenofobia evidente, presento a continuación una entrevista realizada a uno de estos venezolanos que se vieron forzados a salir de su país y hoy luchan contra tantos obstáculos que se les presentan.


Parte 1

¿Cómo te llamas? ¿De dónde eres? ¿Cómo llegaste hasta acá?

Eduardo José, soy de Venezuela, del oriente del país, de Anzoátegui. Llegué de manera controversial, porque conocí a una persona de aquí de Perú por internet, por Facebook, y me ayudó a venirme para acá. Una chica, una compatriota tuya. me prestó para el pasaje.


¿Que cosas te gustan? ¿En qué sueles emplear tus tiempos libres?

Bueno, yo era paramédico en Venezuela y en mis tiempos libres lo que hago acá es ir a los bomberos por la zona donde yo vivo, por Santa Anita.


¿Disfrutas particularmente de la cocina, la lectura, el cine, etc?

Sí, con los amigos me gusta el cine o ir a alguna discoteca de vez en cuando.


¿Cómo sería para ti un día ideal?

Bueno un día ideal, como común y corriente debe ser. Sería trabajar aquí, buscando otras oportunidades de trabajo más estables y bueno, pasar saludando por donde los vecinos, que son amigos, y ya llegando a mi casa hacer mis deberes.


¿Me podrías contar cómo afectó la crisis venezolana en tu entorno social, familiar y personal?

En mucho, porque yo iba a ser futbolista de primera división en Venezuela, fui futbolista en sub 15, sub 14, sub 17, pero a raíz de que una empresa que me ayudaba con los pasajes para la concentración del equipo, porque yo vivía a tres horas de donde el equipo se concentraba y tenía que pagar constantemente pasajes. Lo que pasó es que a raíz de la situación la empresa no pudo seguir ayudándome y perdí mi carrera.


¿Cuál fue el detonante que hizo que tomes la decisión de venir al Perú?

Muchos, porque allá en Venezuela habían veces en las que pasaba hasta dos días sin comer, que no tenía ni trabajo. Por problemas políticos en mi trabajo me despidieron: por no apoyar al régimen. Y me vi obligado a venirme para acá no solo por el problema económico, sino también por persecución política.


*¿Cuando hablas de “días sin comer”, te refieres a días sin comer literalmente nada?

Sí. Era como algo así: si lo único que había en Venezuela era yuca, de ahí comías una yuca en la cena y al día siguiente no comías nada en todo el día y al día siguiente volvías a comer una yuca que alguien te regalaba o logras conseguir dinero para comprarla, aunque a veces no lo podías conseguir.


¿Qué tuviste que hacer al llegar (trámites, organización, etc)? ¿Cuáles fueron los que te costaron más?

Cuando yo llegué simplemente pasé por la frontera con la Carta Andina. Llegué a un lugar que se llama Chincha, al sur, ahí duré como diez días desempleado pero tenía el apoyo constante de amigos de allí. En esos diez días simplemente buscando oportunidades de trabajo, metiendo papeles en empresas, hasta que pude conseguir trabajo. Era una empresa de autobuses llamada “Llacza”. Yo era uno de los lavadores de los autobuses, les hacía mantenimiento en su cochera allá en Chincha, duré como tres meses allí. El proceso que más me costó fue abrir una cuenta porque necesitaba el PTP (Permiso Temporal de Permanencia) y este no era tan caro pero era difícil abrir.

¿Estás acá solo o con gente conocida? ¿Los conociste acá?

Bueno, ahora con gente conocida que conocí aquí.


¿Qué trabajos has tenido anteriormente?

Muchos. Allá en Chincha trabajé en eso. De lavador de carro, construcción y después me tuve que venir para acá, para Lima, porque no conseguía nada allá y trabajé en una empresa textil, era manual. Vendía chips Bitel también, vendí audífonos y bueno muchos otros trabajos.


Parte 2

¿Qué es lo que es haces en este puente?

Actualmente lo que hago es limpiarlo, le hago mantenimiento, lo limpio, le quito el polvo, le paso trapos a la baranda para que no se le quede el polvo.


¿Por qué lo limpias?

Bueno, mientras consigo otra chamba estoy así haciendo esto porque veo que la gente apoya. Yo pongo una latica, una cosa que diga “muchas gracias por su colaboración, Dios lo bendiga” y la gente va echando sus monedas mientras yo limpio. Eso me alcanza para subsistir.

¿Te fastidia tener que hacer esto por algún motivo en particular?

No, primero me daba pena, pero ya no tanto porque a mí sinceramente me daría más pena andar pidiendo dinero o limosna, o andar robando, eso sí me daría pena.


¿Quién es la mujer que te trae comida?

Es una de las personas de aquí, que de vez en cuando son solidarias conmigo y me dan algo de comer.


Aparte de comida, ¿te dan algo más?

No, hasta ahora es eso. Una persona fue que una vez me regaló una casaca pero eso es todo.

¿Tú que les das a cambio?

Yo ayudo, limpio el puente: siempre hago algo.


¿Sientes que te tratan bien?

Sí, aquí sí. Han habido lugares aquí de Lima en donde sinceramente hay, yo pienso que debe ser por la falta de educación, que llegan esos sentimientos xenofóbicos que si atacan. Pero aquí precisamente nada eso, por ahora.


¿Cómo se manifiesta eso?

Esos sentimientos xenófobos se manifiestan cuando al principio te gritan, tú no estás haciendo nada y ellos te gritan, te insultan, te dicen “veneco” o cualquier otra cosa. Hay otras veces que quieren buscarte problemas, pero hasta mayores no ha pasado.


¿Cuánto dinero reunes al día aproximadamente? ¿Qué puedes hacer con ese dinero?

Entre treinta a cuarenta soles, dependiendo del día. Ese dinero me alcanza para pagar mi habitación, semanalmente mando para Venezuela y para comprarme alguna que otra ropa, comida, lo usual.


Parte 3

¿Cómo te sientes en el Perú?

Bien, mucho mejor. Porque en Venezuela aparte de la persecución política, el hambre y la impotencia porque no puedes hacer nada, aún trabajando no te alcanza, el sueldo mínimo es de dos dólares mensuales y no te alcanza para nada ya que la cesta básica está a trescientos dólares.


¿Envías algún aporte económico a alguien en Venezuela? ¿Qué significa aquel subsidio para ellos?

Los ayudo y con eso por lo menos les alcanza para comer en la semana. Se los envío a mi mamá y a mi hermano, quien tiene 16 años.


¿Crees que la crisis en tu país se acabe pronto? ¿Por qué?

Depende, si cambian el régimen yo digo que entre tres a cinco años se arregla la situación, porque ahorita de por sí no es tan solo el presidente, sino que el presidente además apoya el narcotráfico, el terrorismo; y todo el dinero se lo queda él, siendo totalmente corrupto sin pensar en las personas pobres, enfermas, etc. Es una persona egoísta.


¿Qué opinas de los peruanos?

Son buenas personas, les encanta mucho su cultura, el fútbol también, aunque hay veces en las que cuando el equipo pierde se molestan mucho.


¿Qué mensaje quisieras darles?

Que sigan así, trabajando por lo que quieren. Que traten de resolver sus problemas como la corrupción. Que no se dejen intimidar por la gente del gobierno. Yo veo que la gente del Congreso abusa mucho de sus poderes. Que sigan para adelante y que por favor nos apoyen por ahora. Y que no sean sensibles con gente mala que venga a hacer maldades aquí como ladrones o cosas así. También les diría a los peruanos que sigan siendo las mismas personas que son.


¿Te gustaría agregar algo más, lo que desees?

Bueno, sobre los serenazgos. Esto en el punto de que veo que muchas veces los fiscalizadores se pasan de la raya cuando te van a decir algo, lo cual es algo que veo más en Santa Anita. Yo veo que unos amigos están vendiendo y ellos vienen y les dicen una grosería enorme “¡Sal! ¡afuera! ¡avanza!” y deberían ser un poco más respetuosos.


Concluyendo, sin mucho que decir luego de lo que se presenta en las líneas anteriores, podríamos afirmar que la inmigración venezolana no representa una ola de criminales y flojos que ha venido formando parte del tsunami de problemas autóctonos en el que nos ahogamos, sino por el contrario es la oportunidad de estrechar lazos con un pueblo que necesita nuestro apoyo en este momento. Además como se ha demostrado, no son personas que vienen a causar alboroto acá, sino gente dispuesta a trabajar y a colaborar en la medida de lo posible con nuestro entorno, porque en ellos mismos puede reconocerse el deseo de no generar molestias. Tenemos, como región, una tendencia casi natural a no llevarnos bien del todo. Infinitas son las rivalidades que tristemente predominan sobre los racionales lazos de la unión, sostengo la teoría de que cuando los latinos logremos vernos como un solo pueblo seremos testigos entonces de cambios significativos en nuestro continente: empecemos ahora.

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