La antorcha de la disolución

Autor: Juan Miguel Iglesias

(texto escrito en la última semana del tercer bimestre)

Se ha terminado el tercer bimestre, y esta ha sido una semana que, más que tragedias, nos ha dejado con dudas. Empezamos con un lunes que atacó por todos los flancos la tranquilidad que parecía reinar en nuestro país, pero mejor vayamos por partes.

El suceso más importante de la mañana ocurrió en el estadio del colegio, donde fuimos testigos de la vuelta olímpica más desconcertante. Me gustaría poder comentar más sobre lo que fue la inauguración de las olimpiadas; sin embargo, tengo que decir que los verdaderos protagonistas fueron otros.

Simétricamente posicionados a la vista de todos, aunque opacados por la constante ovación del público, estuvieron presentes toda la ceremonia y no fueron reconocidos en lo absoluto: los parlantes de sonido se robaron el show, literalmente. ¿A quién se le ocurrió que se podía cubrir un estadio de fútbol once solo con dos parlantes?

En fin, luego de repetir por trigésima octava vez la canción oficial de los Panamericanos, los antorchistas completaron la vuelta, encendieron la llama olímpica y terminaron con nuestro sufrimiento. ¡Ay! Jamás había extrañado tanto el tradicional mástil y la presencia del Cine Inmaculada. No éramos conscientes que el día recién empezaba.

Espero los profesores con los que tuve clase el lunes me perdonen, pero no les presté atención en lo más mínimo. La única pestaña abierta en mi Chromebook era una transmisión en vivo desde el Congreso de la República. Asimismo, debo confesar que perdí una apuesta y, sí, es por tu culpa Martín Alberto Vizcarra Cornejo, no tenías que disolverlo.

Ya que todos decidieron ponerse inconstitucionales, saltándose todas las reglas y evadiendo marcos jurídicos, ese día me llegó la duda: me pregunté a mí mismo, ¿qué puedo escribir esta semana para la Voz del Lobo?