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La Parroquia de Fátima: algo más que una Iglesia

Foto del escritor: La Voz del LoboLa Voz del Lobo

Autor: Fabrizio Repetto

 

El distrito de Miraflores es uno de los más visitados por los turistas que llegan a nuestro país, ya sea por sus atracciones, por los restaurantes o por la belleza que la caracteriza. En ese distrito se encuentra una de las más grandes y bonitas Iglesias que podemos encontrar. ¡Sí!, me estoy refiriendo a la Parroquia Nuestra Señora de Fátima, regida por los jesuitas. En este artículo voy a contarles la historia de este templo, así como las campañas y servicios que ofrecen.


Desde la década de los 40, a partir del crecimiento del entonces barrio de Armendáriz, se sintió la necesidad de construir una Iglesia, pues no había una en veinte cuadras a la redonda, solamente existía el Noviciado “San Estanislao de Kostka”, que hoy es la Comunidad Jesuita y Enfermería de la Provincia. Luego de la compra del terreno en 1944, en Nochebuena de 1950 se colocó la primera piedra, mientras que el 29 de Julio de 1953, el entonces Provincial del Perú celebró la primera misa, aunque la parroquia todavía no estaba completa. En Navidad del año siguiente, se celebró la primera misa pública en la Nave Central, años después, el 12 de octubre de 1961, la Virgen de Fátima se estableció en el local, luego de estar siete años en la Iglesia de San Pedro. Desde el 2005, el párroco es el P. Carlos Cardó, quien impulsó varios de los programas que actualmente se ofrecen en la parroquia.


Uno de los programas más antiguos que existe es la Comunidad de Vida Cristiana (CVX), que se caracteriza por seguir una espiritualidad ligada a Jesucristo, junto con los Ejercicios Espirituales de San Ignacio. Los predecesores fueron las antiguas Congregaciones Marianas, y fueron impulsadas en nuestro país alrededor de la década del 70. Asimismo, tal y como en el Colegio de la Inmaculada, cuenta con un programa de Pastoral Juvenil, conformada principalmente por los jóvenes participantes en la Confirmación, los del Coro de la Parroquia y el programa Huellas, una especie de post-confirmación donde los jóvenes y adolescentes viven experiencias que les ayudan a crecer en su formación. Aparte, ofrecen los programas de Comelones Compulsivos, Narcóticos Anónimos y Alcohólicos Anónimos, donde sus miembros comparten sus experiencias de vida y los acompañantes dan consejos para sobrellevar estas duras adicciones.


Como verán, esto es más que un templo Jesuita, es una comunidad de obras y programas en beneficio a los jóvenes y adultos. Desde estas líneas, te invito a colaborar en varias de ellas, para que así puedas ganar experiencia y poder conectarte con la realidad, aparte de que te sentirás bien ayudando a una mano amiga que lo necesita.

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