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La Proclamación de la Independencia del Perú

Foto del escritor: La Voz del LoboLa Voz del Lobo

Autor: Pietro La Torre

 

28 de julio de 1921


I. El ingreso de San Martín a Lima.

Tras el retiro del virrey La Serna, el Libertador San Martín ingresó de incógnito a la Ciudad de los Reyes la noche del 10 de julio de 1821. La capital se encontraba inmersa en una profunda incertidumbre. Las afueras de la ciudad estaban colmadas de bandoleros que imposibilitaban el transporte e internación de productos, por lo que los alimentos empezaron a escasear. En este sentido, al retirarse el ejército realista, reinó el miedo entre los limeños, puesto que la ciudad quedó completamente desprotegida.

El viajero Alexander Caldcleugh constató que en Lima habitaban cerca de setenta mil personas por aquellos años. Menciona que casi todos los españoles eran criollos, puesto que los nacidos en España habían retornado a la metrópoli. Asimismo, revela que el bandolerismo en Lima era producido por los escalvos negros, quienes relizaban barbaridades a fin de vengarse de sus amos. Ante esto, algunos criollos -los más ligados a España- optaron por refugiarse en la Fortaleza del Real Felipe del Callao o en los conventos, esperando y suplicando el apoyo de la Corona.


II. Firma del Acta de Independencia.

Ya en Lima, San Martín solicitó al Cabildo que se convocara a los vecinos notables para que manifestaran sus posturas sobre la independencia del Perú. Así, el domingo 15 de julio en Cabildo Abierto, los vecinos de Lima expresaron “que la voluntad general está decidida por la independencia del Perú de la Dominación Española y de cualquiera otra extranjera”. La reunión fue presidida por el alcalde de Lima, el Conde de San Isidro.

Luego, se procedió a redactar el Acta de Independencia, y el encargado para dicha tarea fue el abogado patriota Manuel Pérez de Tudela. Allí se fijó la fecha de la Proclamación para el día 28. El Acta permaneció en el Cabildo para que todo aquel ciudadano que quisiera, la pudiera firmar. De modo que más de tres mil limeños estamparon su firma en ella y legitimaron la independencia política de España. Casi todos los ciudadanos de Lima firmaron el documento; algunos con verdadero fervor independentista, pero otros, más bien, presionados por las circunstancias.


III. Proclamación de la Independencia.

San Martín remitió una carta el día 18 al Cabildo pidiendo que se designase a un individuo que tenga el honor de portar el estandarte durante la Proclamación. Así, el Cabildo eligió al Conde de la Vega del Ren. A las diez de la mañana del sábado 28 de julio, el Generalísimo Don José de San Martín salió del antiguo Palacio de los Virreyes acompañado del Conde de San Isidro, del Marqués de Montemira, del Conde de la Vega del Ren y otras autoridades y vecinos importantes de la ciudad. Subió a un tabladillo construído frente al Cabildo, y desde allí declamó su histórico discurso que dice así:

“El Perú desde este momento es libre e independiente

por la voluntad general de los pueblos y

por la justicia de su causa que Dios defiende.

¡Viva la Patria! ¡Viva la libertad! ¡Viva la Independencia!”


San Martín repitió su discurso en cuatro plazas de Lima: en la Plaza de Armas, en la Plazuela de La Merced, en la Plaza Santa Ana y en la Plaza de la Inquisición, al igual que las proclamas que se realizaban durante el virreinato con motivos del nacimiento de un príncipe, una boda real o el ascenso al trono de un nuevo monarca español. Es decir, la Proclamación de la Independencia fue una ceremonia muy parecida a las que se llevaban a cabo durante la Colonia.


IV. El nacimiento de la República del Perú.

Proclamada la independencia, inició nuestra vida republicana, y los peruanos, por primera vez, pudimos decidir el futuro de nuestro país. Sin embargo, no existía en el Perú un líder que combinara las dos características que eran tan necesarias en aquellos momentos: tener un proyecto político definido, y ser un militar respetado con una carrera intachable. Es por esto que las primeras décadas republicanas estuvieron caracterizadas por un caudillismo imperante y una anarquía exasperante, que no permitió la construcción de instituciones y aparatos estatales sólidos que fuesen la roca sobre la que se pudiese erigir el naciente Estado peruano.

En este sentido, San Martín asumió el mando político y militar del Perú bajo el título de Protector el 3 de agosto de 1821. Durante su breve gestión de tan sólo un año se sentaron las bases para la instauración de la forma de gobierno que el Perú adoptaría una vez conseguida la independencia. No obstante, San Martín abandonó el Perú al retornar de la fracasada Entrevista de Guayaquil, por lo cual los propios peruanos quedaron con la responsabilidad de encabezar el gobierno nacional.




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