top of page

La rentabilidad de la nueva era

Foto del escritor: La Voz del LoboLa Voz del Lobo

Autor: Gianluca Fiorini

 

Terminadas las clases del viernes aproveché el único tipo de salidas para las que me doy licencia y decidí ir a la librería que queda a unas cuadras de mi casa. Entré y lo vi igual que siempre. Luego de dudar un momento y pasear la vista por los estantes, decidí llevármelo. Dicen que es mucho mejor cuentista que novelista, pero Julio Ramón Ribeyro me observaba siempre que entraba por esa puerta de cristal, desde las hojas de Los geniecillos dominicales. Me miraba y me decía algo así como “llévame”, pero yo decía “será la próxima” y me iba con el temor de no encontrármelo ahí, esperándome como siempre, esa próxima vez. Así que me lo llevé y ahora está frente a mí mientras escribo. Sin embargo, esto no trata de libros, o de Ribeyro, o de Los geniecillos dominicales, o de París o de cigarros. Tan solo lo quería decir. No todo necesita una justificación en esta vida.


Sobre eso sí voy a hablar. Sobre que las cosas no necesitan ser justificadas siempre, o mejor dicho, no deben ser siempre rentables. ¿Qué es lo rentable hoy en día? Lo rentable se ha convertido, sencillamente, en lo que genera ganancias. Construir nuestras vidas alrededor del crecimiento económico y la búsqueda de un pseudo-bienestar que se nos ha vendido como único es la base de los problemas que afronta el humano hoy en día. Más allá de las crisis que han, están, o van a pasar; está esta crisis general de deshumanización que venimos atravesando desde hace ya varias décadas. Un sencillo trabajo de contemplación en nuestro día a día nos ayudaría a percatarnos de que cada vez más cosas de las que se hacen, y las que no, encuentran su origen en esta premisa.


¿La desesperación de las grandes potencias económicas del planeta en buscar una vacuna para el covid-19 surge de un deseo altruista de ayudar a la humanidad? Sabemos que virus de este tipo han estado conviviendo con nosotros desde hace mucho tiempo y su peligrosidad no era ignorada por los especialistas, sin embargo; solo ahora que han afectado a la economía global es que han surgido estos esfuerzos internacionales para hallar una vacuna. Si pensamos en otros males que nos azotan, como por ejemplo, los problemas ecológicos, no vemos esta misma movilización desesperada, ¿por qué?, sencillo: porque no afectan a la economía. Vemos así cómo el mundo y sus esfuerzos se mueven en torno a los intereses del capital. El capital es, entonces, lo que nos gobierna. Y nos gobierna sin tener en cuenta nuestro bienestar y nuestra supervivencia como especie, ni hablar de la búsqueda de la felicidad. ¿Cómo queda ante esto nuestra idea de libertad?


Parecería que todo lo que se hace tiene que tener una justificación económica, tiene que servir a este sistema de generación exasperada de dinero. Este nuevo Dios que hemos creado (que cuenta con templos, profetas, sacerdotes y una cifra exorbitante de feligreses fanáticos) va avanzando como una sombra por cada rincón de la humanidad y absorbe cada vez más cosas a su paso. Pensemos ahora en la educación que estamos viviendo. El trabajo de los alumnos y educadores es resaltable por mantener a la máquina andando; sin embargo, no es lo mismo. La educación es algo que se da exclusivamente en la interacción de seres humanos, como dijo el filósofo Fernando Savater en una conferencia (virtual) dada para la Feria Internacional del Libro de Lima el pasado viernes. Yo sí noto la gran brecha entre la educación presencial y la no presencial, y considero insostenible la educación a distancia por un periodo de tiempo más prolongado. Creo que más de uno va a estar de acuerdo conmigo cuando digo que para la correcta formación de personas se necesita de la interacción con el otro, tanto con los amigos como con los profesores, que con el tiempo pueden volverse amigos también.


Sin embargo, si esto se nos muestra de forma tan evidente, ¿por qué es que aún no se abren las escuelas y se sigue manteniendo la educación a distancia cuando otros locales ya han abierto sus puertas y ya empiezan a haber conglomeraciones de personas en distintos puntos? La respuesta es simple: porque la educación de calidad, aquella que exige la presencia de personas, no es algo económicamente rentable. Esto es cierto hasta un punto por ahora, porque sí es necesario mantener aún a la población aislada, más aún cuando la evidencia nos demuestra que abrir colegios hace que crezca el número de infectados. Pero de todas formas creo que no es algo que debamos dejar pasar. No me sorprendería que en un futuro la rentabilidad económica de la que hablo le cobre a la humanidad la educación presencial, que es la educación real.


El amor no es rentable para este mundo, tampoco la espiritualidad, la introspección, la ayuda al otro, la familia, el tiempo libre, y la lista sigue. Nos enfrentamos a un mundo en el que tenemos que entender que el capital tiene un lugar y que día a día se apropia de figuras que no le corresponden. Al fin y al cabo, para Ribeyro, dedicarse a escribir tampoco fue rentable, y sin embargo le agradezco el hecho de haberme permitido ir el viernes pasado a la librería a buscar un libro suyo para leer. Leer, dicho sea de paso, es algo que tampoco es rentable, pero sin lo cual no viviría.




54 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

¿Papel?

Comments


bottom of page