Autora: María Lucía Herrera
Actualmente, estamos en una situación desfavorable para la gran mayoría. Es algo por lo que todos estamos pasando y se va normalizando.
Las redes sociales tales como Instagram, Tik Tok, Twitter y Youtube han tomado mucha fuerza últimamente debido a la pandemia y a los adolescentes que están empezando a vivir sus vidas a través de una pantalla.
Cuando una persona es muy conocida, al punto de llegar a influir (positiva o negativamente) a un gran grupo de personas, nos enfrentamos a los que no están de acuerdo con su ideología, pensamientos o enseñanzas que generan en el resto de personas. Son los tan conocidos “haters”; ahora bien, que una persona no le agrade por “x o y” razón, la forma de pensar de los influencers es legítimo, pues todos tenemos pensamientos, prioridades y principios distintos. Eso no te hace un hater; sin embargo, el problema llega cuando una persona o un grupo de personas deciden demostrar que sus pensamientos son mejores, o simplemente son los correctos a través de los insultos y las faltas de respeto, llegando al bullying, o al acoso. Esto ha generado que más de una vez se hayan visto casos polémicos que han revolucionado las redes, y no precisamente por algo bueno.
Lo peor es que no es malo que critiquen. Si estás dando una opinión abierta, estás siendo consciente de que habrá gente en desacuerdo y que te criticarán, no tienes porque quejarte después. Lo malo es vivir criticando desde el odio o el rencor. Las redes sociales han llegado a un punto controversial y popular tan grande que ya nadie se esfuerza por hacer buen contenido: se esmeran en hacer contenido polémico para que la gente los odie o los alabe. La gente ya no sabe qué hacer y los “influencers” (no todos pero sí la gran mayoría) se cuelgan de puro drama para conseguir seguidores, quejándose después de por qué tanta gente los odia.
Evitemos por nuestro los malos comentarios, también está en nuestras manos ayudar a que haya #MásAmorMenosHate.
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