Autora: Mariana Soriano
Cubriendo la mitad de la superficie de selva tropical del mundo, la Amazonía, es el bosque más grande del planeta y triplica en tamaño a la cuenca del Congo, el segundo más extenso. El simple hecho de tener estas dimensiones demuestra la gran importancia de la amazonía para el mundo; sin embargo, estas dimensiones generan a su vez otros factores de vital importancia. Un ejemplo sustancial es la producción de grandes cantidades de agua, esto se debe a que un árbol puede liberar hasta trescientos litros de agua en forma de vapor al día. Sin embargo, gracias a diversos incendios y la tala indiscriminada, la Amazonía pierde a una alarmante velocidad su exuberancia.
Sólo durante el año 2020, la Amazonía perdió 2,3 millones de hectáreas de tierras vírgenes, lo que es una cifra un 17% mayor a las obtenidas en el año 2019. De esta preocupante cifra de pérdidas, el 65% se ubican en Brasil, con una cantidad de 1,5 millones de hectáreas. Por otro lado, lastimosamente Perú, no se quedó atrás, y perdimos 190 mil hectáreas ubicadas en la selva central, más específicamente Pasco, Huánuco y Ucayali. En este caso, los incendios provocados fueron el principal factor de pérdida. Estos incendios se originan ya que algunos campesinos se apropian de una o dos hectáreas de selva vírgen y la queman, de modo que puedan cultivar. Sin embargo, esta práctica le quita fertilidad al suelo, por lo que al cabo de un año se repite el proceso.
En vista de las gigantescas pérdidas, es necesario encontrar y poner en práctica diversas soluciones. Una de las mejores es el aumento de la cantidad de reservas naturales de nativos, debido a que se estima que ayudan a reducir los incendios forestales en un 16%. Otra posible solución a implementar es el “impuesto nacional al carbono”, una iniciativa colombiana en la cual se cobra quince mil pesos colombianos por cada tonelada de CO2. Finalmente, se podría ofrecer una hectárea de tierras fértiles no amazónicas a los campesinos que se apoderan de la Amazonía de modo que se les incentive a cultivar ahí en vez de causar incendios.
La Amazonía es, en definitiva, una de las maravillas naturales más hermosas y funcionales de nuestro planeta, y tenemos la suerte de tener una gran parte de ella en territorio nacional. Es necesario que recordemos esto y que no sólo estemos orgullosos, si no, que también tomemos conciencia de la alarmante situación que está atravesando y que juntos, protejamos este valioso e importante recurso.
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