Pequeñas víctimas
- La Voz del Lobo
- 11 jun 2021
- 2 Min. de lectura
Autora: Mariana Soriano López
a explotación infantil es, en definitiva, un problema omnipresente de nuestra sociedad, constantemente se le hace referencia, puesto que todos tenemos presente la ilegalidad de este. Sin embargo, muchos hemos olvidado que el trabajo infantil es considerado explotación, sin ir muy lejos, aquí en nuestro país miles de niños salen diariamente a las calles o al campo a trabajar. En búsqueda de la erradicación de esta problemática, la Organización Internacional de Trabajo (OIT), propuso el 12 de junio del 2002 la incorporación del “Día Mundial contra el Trabajo Infantil”, fecha que luego se ratificaría mediante la “Declaración de Presidentes Sobre Erradicación del Trabajo Infantil en los Países del MERCOSUR”.
Lastimosamente, a pesar de los esfuerzos para eliminar progresivamente esta situación, las cifras demuestran que es aún una problemática de actualidad a la que le damos poca importancia. Según UNICEF, en los últimos cuatro años se ha visto una alarmante alza de casos de trabajo infantil. Desde el 2018, 8,4 millones de niños se han visto inmersos en el mundo laboral, aumentando así la cifra mundial de niños trabajadores a 160 millones, un número que no presenciábamos desde hace dos decenios. Además, se estima que el 49,4% de estos menores realizan un trabajo peligroso, es decir “todo trabajo susceptible de mermar su salud, seguridad o moral” (UNICEF, 2021).
Por otro lado, si nos adentramos en la situación nacional, vemos que según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) casi dos millones de menores realizan alguna actividad económica. Así mismo, podemos observar que el 52,3% de los niños y adolescentes, de entre cinco y diecisiete años, que habitan en el área rural trabajan. De este grupo de menores se estima que setenta de cada cien trabajan en actividades agrícolas. De la misma forma, se determinó que una gran mayoría (72,1%) de los menores que trabajan viven con ambos padres.
Estas históricas cifras demuestran que a pesar de los esfuerzos realizados por diversas entidades, hemos dejado de lado este tipo de explotación infantil, llegando casi a normalizarse. Debemos reconocer que: “las nuevas estimaciones constituyen una llamada de atención. No podemos quedarnos impasibles mientras se pone en riesgo una nueva generación de niños”. (Ryder, 2021) Las profundas heridas en la economía que el COVID-19 deja a su paso pueden provocar que nuevos menores se incorporen a esta lamentable situación, mientras que aquellos que ya se encuentran en esta, perciban un aumento de horas laborales.
En este 12 de junio es importante informarnos de la situación en la que millones de niños se encuentran y saber que sí hay soluciones para este problema. Así mismo, es fundamental que seamos agradecidos por la gran oportunidad que tenemos al tener acceso a una educación de calidad, misma que nos permitirá ayudar a erradicar esta problemática.
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