Pesadillas bajo las Estrellas - Cap. 1
- La Voz del Lobo
- 28 may 2021
- 4 Min. de lectura
Autora: SkyBlue
Hace ya un año que vivo en esta ciudad y aún me parece un lugar nuevo. Siento que tengo mucho por conocer y amistades que formar. Vivo en Dallas, Texas pero soy de Perú. La razón principal por la cual me mudé aquí fue por el nuevo esposo de mi madre. Se conocieron en una cita a ciegas organizada por la mejor amiga de mi mamá cuando mi papá se marchó. Su nombre es Jackson y tiene bastante dinero. No digo que sea la razón por la cual mi madre se haya casado con él, pero era un beneficio para ella. A mi la verdad, no me importaba mucho ni me gustaba la idea de mudarme a una casa el doble de grande de lo que estaba acostumbrada.
La casa tenía una piscina gigante, un gimnasio, salón de juegos, un closet gigante solo para mi. No tenía tanta ropa, por lo que ese espacio me parecía dos veces más grande de lo que en verdad era. Tenía mi propio sector de maquillaje, por más que no suela maquillarme. Cuando llegué a este lugar, solía perderme. Mi hermana mayor decía que soy exagerada y que debía aprovechar los beneficios que me daba este nuevo hogar. Claro, ella sí es fanática de la moda y el maquillaje por lo que en su habitación ya tiene el closet y tocador lleno. Ana Lucía está viviendo su sueño. Ahora estudia Bioquímica en la universidad Southern Methodist University. Es la hija que toda madre quisiera tener.
Hoy tenía clases en el colegio. Usualmente suelo ir sola caminando para llegar cinco minutos antes y ahorrarme comentarios de las personas a las que no conocía que hablaban de mi físico, aspecto y más. Hoy mi padrastro se ofreció a llevarme. A mi madre le agradaba mucho la idea de que yo pueda convivir un momento a solas con él, para así “conocernos más”. Por ello acepté que me llevara. El camino fue muy silencioso. No hablamos en ningún momento.
Llegué a la escuela más temprano de lo usual. Intenté quedarme en el auto por unos minutos más pero prefería no tener una conversación incómoda con Jackson para explicarle la razón por la cual no quería ingresar, así que me bajé del auto. Entré a la escuela, aún no había muchas personas por lo que tuve el camino despejado para ir directo a la oficina de la psicóloga. Ella no se encontraba aún pero sabía que podía esperarla ahí.
Elizabeth era de las pocas personas que confiaba en este lugar. Es una chica muy agradable. Cada vez que hablo con ella, busca una manera de calmarme por todo lo que pasó en la escuela y promete no contarle a mi madre. Sabe lo complicado que puede ser que se entere. Esperé unos minutos más y ella apareció.
-Buenos días Ami, ¡Qué milagro que estés por aquí tan temprano!- Dijo abriendo la puerta y dejando los libros que traía encima de su escritorio.
-Hola Eli, me trajo mi padrastro- Dije intentando sonreírle. No suelo mostrar mucho mi sonrisa.
-Oh, ¿cómo vas con él? ¿Ya se llevan mejor?- Deja su bolso, acomoda unas cuantas cosas en su escritorio y se sienta en su silla.
- ¿Te llevarías bien con alguien que intenta ocupar el lugar de tu padre?- Le respondí alzando una ceja.
- Buen punto- se forma un silencio -¿Sabes qué te haría bien?- Nunca se le borra la sonrisa de su rostro.
- ¿Volver a Perú y a mi antigua escuela?- Crucé mis brazos.
- Que chistosa querida, la verdad que yo te apoyo en ese punto porque sé que lo quieres mucho, pero… podrías ir a buscar un Chocolate Caliente a la cafetería, a ver si logras hacer algún amigo en el camino- Elizabeth nunca se cansa de intentar que socialice con los demás. Sabe que no me gusta hablar con personas nuevas y por ello me costó hablar con ella también.
- Mmmm, prefiero quedarme aquí, esperando a que comience mi clase- Apenas terminé de hablar, un chico tocó la puerta de la oficina. En ese momento solo quería desaparecer.
- Buenos días señorita Smith, puedo hablar con usted un segundo?- Abre la puerta -Oh, perdona, no quería incomodar- Dice el chico al verme.
- Esperaré afuera- Me levanté del asiento y tomé valentía para salir de la oficina. Me senté en una silla que se ubicaba en el salón de espera para ingresar a la oficina. ¿Por qué el chico no había esperado si veía que Elizabeth estaba ocupada?
Esperé unos minutos más hasta que la puerta se abrió y el chico salió. No entré de nuevo a la oficina debido a que ya iba a ser hora de clase.
- Hola Amalia- El chico se sienta a mi costado. Lo miré con asombro.
- ¿Yo? Hola- ¿Por qué le pregunté si era yo? Claro que era yo, dijo mi nombre. Él chico solo rió. -Perdona no suelo hablar con muchas personas- Respondí un poco más calmada.
- Soy Ethan, mucho gusto- Estreché mi mano con la suya. -No es la primera vez que te veo de hecho, varias veces que quería hablar con Elizabeth, tu te encontrabas con ella, por lo que tendría que esperar-
- Primera vez que decidiste interrumpir la conversación que tenía con ella- Encogí mis hombros.
- Lo siento, debí esperar- Dice mirando a otro lugar.
-No tranquilo, de hecho no hablábamos algo importante, solo lo mismo de siempre. Su oficina es mi refugio- Le dije mientras jugueteaba con las mangas de mi polera ancha.
- ¿Refugio de qué?- Me pregunta curioso.
- ¿Te estás burlando de mí?- Todos en la escuela ya me conocían por el seudónimo que el grupo de chicas populares me habían colocado. “Ami la tabla” Él solo negó.
- No, ¿Por qué?- Pregunta de nuevo. Respire hondo y respondí.
- Muchas personas se burlan de mi aspecto físico, me dicen Amalia la tabla- Dije mientras lo miraba. Él solo rió. -¿Qué? ¿Qué te da risa?-
- ¿Te dicen así porque eres flaca y plana?- volvió a reír. -Es uno de los apodos más tranquilos que he escuchado que utilizan aquí. Tranquila, todos tienen un apodo. El mío es muy grosero-
-¿Cuál es el tuyo?- Pregunté curiosa.
-Algún día lo sabrás- Me sonrió. Era un chico agradable.
El timbre que indicaba que debíamos ingresar a clase sonó, por lo que él se despidió con la mano y yo salí rápidamente a mi clase, esperando no cruzarme con nadie.
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