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Una campaña electoral particular

Foto del escritor: La Voz del LoboLa Voz del Lobo

Autora: Aitana Bendayan



Ésta última campaña electoral ha sido, sin duda, muy peculiar. Si bien la pandemia puso muchas trabas a los candidatos y sus partidos, siempre se encontró la manera de llegar, por lo menos, a un ciudadano. Al haber tantos postulantes, las preferencias eran variadas y muy reñidas. Por tanto, el enfrentamiento entre los mismos fue muy controversial. A pesar de todo esto, poco a poco se fueron perfilando los preferidos por la mayoría de peruanos, o por lo menos eso creían muchos.


Llegó el domingo 11 de abril. Los aspirantes armaron sus desayunos y lo compartieron con el público mediante los medios de comunicación. Mientras tanto, en las calles desde temprano ocurrió una serie de inconvenientes que impidieron que el proceso se agilice. Gran cantidad de mesas electorales se encontraban vacías. Muchos centros de votación carecían de público. Algunos dicen que fue por miedo al contagio; otros consideran que la ausencia fue debido a que confiaban que su candidato saldría electo. Pasaron las horas y, en un abrir y cerrar de ojos, los conductores avisaban que estaban por anunciar los resultados del conteo rápido. Familias enteras se sentaban frente al televisor, esperando que su favorito(a) este en primer lugar. Sorprendentemente, los resultados fueron casi como dicha encuesta previa. El señor Pedro Castillo permanecía en el ansiado primer lugar. Ante el asombro de varios, las redes sociales comenzaron a llenarse de comentarios acerca de lo visto. Algunos intentaban calmar el ambiente mencionando que el conteo tiene un margen de error y que no necesariamente serían los resultados finales.


A pesar de ello, las posiciones se mantuvieron así. Pedro Castillo tomaba la delantera, y lo seguían Keiko Fujimori y Hernando de Soto. Poco a poco la diferencia entre el primer y segundo lugar se fue agrandando, nadie entendía cómo podía ser esto posible. En Cajamarca, lugar de donde es el candidato, se armaba una gran fiesta. Tan alegres se encontraban, que las medidas de seguridad pasaron a un segundo plano. Al rato, salían los resultados cerca al 100% de cada departamento. Gran cantidad de ellos apoyaban con una notoria diferencia a Castillo, mientras que en Lima encabezaba la lista De Soto. Aplicaciones como Instagram y Twitter se llenaban de comentarios, en el que se le veía a uno más confundido que otro. La gran pregunta era: ¿cómo Pedro Castillo logró tener tanto apoyo popular?


Para poder entender esto, primero debemos comenzar por saber qué imagen representa este candidato. Es un profesor de sexto de primaria en Chota, Cajamarca. Enseñaba en un lugar donde muy difícilmente llegaba la señal. Junto con sus alumnos tenían que recorrer el lugar o subir a un cerro para poder realizar la clase con un dispositivo digital. La pandemia y específicamente el confinamiento, definitivamente los perjudicó. Ni qué decir de la población adulta; gran parte de la sierra, por no decir toda, le brindó su total apoyo. ¿Por qué? Porque Pedro Castillo es alguien que realmente ha vivido bajo las mismas deplorables condiciones. Sabe, verdaderamente, lo que es ser ilusionado y posteriormente excluído cada cinco años por candidatos políticos. Comprende que el denominado Perú profundo recibe muy poco de todo lo que merece. Tengo la certeza de que votaron por él porque después de mucho tiempo se sentían verdaderamente representados con la imagen de este candidato, y no se centraron tanto en la ideología radical de donde nacen sus propuestas.


Teniendo esto claro, ahora viene el analizar cómo llegó a una población alejada y resentida con tanta facilidad. A pesar de que a muchos se les dificulta encontrar la técnica del candidato, resulta ser muy simple. Es cuestión de salir unos minutos de tu realidad, para lograr ponerte en la del otro y entender su sentir. Mientras los candidatos prevalecían su actividad en medios digitales y se volvían virales en diversas aplicaciones, hubo uno que, aunque nos incomode aceptarlo, verdaderamente hacía redes sociales en el contacto directo con el otro. Así, fue ganando popularidad en donde la prensa no llegaba, y nosotros no éramos capaces de conocer dicha situación.


Desafortunadamente, el peruano privilegiado cae en el simplismo, y en vez de analizar la situación sin precipitarse a opinar cosas fuera de contexto, decide opinar sin pensar. Muchos comentarios terminaban siendo clasistas y racistas, perjudicando así un intercambio de ideas pacífico. De esta manera lo único que se va a lograr es marcar aún más las brechas sociales e incitar al odio entre el uno y otro. Al tener esto, nos resultaría imposible poder ser capaces de escuchar y enseñar en caso sea necesario lo que es bueno o no para el país en estos momentos.


En vista de ello, nosotros, quienes en este preciso instante con el simple hecho de leer este artículo somos privilegiados, debemos entender y asumir lo que esta primera vuelta nos está dejando como mensaje. Si bien las redes sociales sirven para informar, van dirigidas hacia un público muy reducido, que no engloba verdaderamente a la ciudadanía peruana. La gente del campo, que son quienes nos traen la comida a la mesa, nos dicen a gritos que están hartos. Ayudemos, desde la posición en la que nos encontramos, a no desatar ese sentir en una decisión radical. Enseñemos con empatía y respeto nuestra historia, y lo mucho que puede influir en ella nuestras elecciones. Finalmente, Lima no es el verdadero Perú, y el creer que lo es dificulta la descentralización e inclusión de todos los peruanos.


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